CAPÍTULO 3. No cuentes con mis encantos

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—¿Qué voy a hacer Ry? Si repruebo el año, perderé la beca—metí una cucharada inmensa de helado en mi boca, más de la que era posible que tragara, sin querer pronunciar en voz alta el resto de mis pensamientos—. No puedo perderla... ¿Qué haré?.

—No te desesperes, Meg, y no hables en singular como si estuvieses sola en esto—me reprendió, pero me hizo sentir un poco mejor.

—Lo sé, es solo que... estoy tan asustada. Es mucho para mi sola, ¡dos matemáticas!—aun me costaba creerlo.

—Estoy pensando, ¿de acuerdo? Pero no caigas en pánico— respondió comiendo helado de forma más decorosa— este problema no se ahogará en helado por más que lo intentes.

Ignoré su advertencia calórica y seguí atacando el suculento postre.

Guardamos silencio un momento mientras veíamos televisión acostados en su cama. Cuando alguna crisis nos azotaba el punto de encuentro era su residencia, porque él tenía menos gula y podía guardarme mi dotación de helados y galletas, mientras que si lo mantenía a mi alcance desaparecía en un parpadeo.

—¡Lo tengo!— gritó haciendo que me ensuciara de helado por el susto—. En la universidad hay un grupo de tutores.

—¿Un grupo de qué?— era primera vez que escuchaba algo así.

—Están dedicados en exclusivo a dar tutorías a todo el que lo necesite. Te explico, hace unos meses Taylor salió con una chica que me dijo que recibió clases de física y que tenían los exámenes de años pasados para estudiar. Puedes ir a inscribirte y que te den clases que te ayuden a pasar ambas materias— su cara era de felicidad.

—O...—medité por un segundo— puedo seducir a un nerd para que haga los trabajos por mí y me de los exámenes.

Ryan alzó una ceja y comiendo otro poco de helado se encogió de hombros: —Lo que más te funcione y que no te haga repetir el año.



—Espera— me dijo mientras tecleaba con rapidez en su teléfono, esperó la respuesta y volvió a hablar— Taylor dice que queda en el aula 320, y el grupo se reúne después de las dos de la tarde. Las tutorías se establecen con cada tutor de forma individual y pueden usar el salón o cualquier otro que este libre en ese momento. Eso es todo lo que sabe.

—Está muy bien enterado, ¿no?— dije alzando mi ceja.

—Tenía que saberse los horarios para que no lo atraparan con los pantalones abajo follando.

Ambos nos reímos a costilla de Taylor, y cuando me contó de la bofetada del día anterior se me saltaron las lágrimas y me comenzó a doler la barriga. Taylor estaba para comérselo con chocolate, pero era bastante idiota y demasiado mujeriego, incluso para mí. Pero como sabía que a mi hermano le molestaba, no perdía la oportunidad de insinuarle que me gustaba por el puro placer de verlo celoso.

—Tengo que agradecerle el favor a Taylor—sugerí y mi hermano arrugó el entrecejo.

—Yo me encargaré de pagar tus favores con mi amigo, Megs—su tono era de advertencia.

—Mi pago le gustará más—insistí pero la mirada que mi hermano me dedicó me hizo sonreírle, descubriendo la broma que le gastaba.



Mi segundo día de clases arrancó con mejor pie. Para cuando llegó Ryan a buscarme yo ya estaba terminando de maquillarme. Su cara de sorpresa la guardaré por el resto de mi vida. Además, como salimos más temprano de lo esperado nos dio tiempo de pasar por un café decente, en vez del de la cafetería que lucía y sabía a agua sucia. Con mi café en mano entré a la universidad con mi hermano.

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora