EPILOGO

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POV Alejandro Hott

Tuvimos que cambiar la fecha del maratón de películas, esperando que Mikaela se recuperara y mis papás se marcharan para disponer de la casa. Eran más los días que dormía con Megs en su residencia con la excusa de nuestras tutorías, que los que estaba en mi casa, hoy era uno de esos pocos donde dormí solo, porque insistió en sorprenderme con su atuendo, lo que significaba que me atormentaría con algo demasiado sexy toda la noche, amenazando con que me convirtiera en un eyaculador precoz para cuando por fin lograse quitárselo.

Le encanta torturarme, pero conozco sus debilidades.

El timbre de la casa sonó y supe apenas abrí la puerta que tenía razón, sería una noche muy larga y muy dura para mí.

Megan llevaba una mini falda tan corta que sus piernas lucían kilométricas. Una camisa blanca de puntos negros anudada por encima de su abdomen, con varios botones sueltos mostrando su sujetador rojo. Para rematar su atuendo tenía puesto unos tirantes negros que reconocí como míos.

—Hola Doc—saludó sonriéndome con malicia, mientras yo aún viajaba por sus largas piernas—. ¿Ya sabes quién soy?. "A dónde vamos no necesitaremos carreteras"—citó una estrofa de una película que conocía muy bien, pero seguía sin poder responder. Tuve que tragar grueso cuando pasó a mi lado y acomodar a mi miembro con disimulo dentro del pantalón, estas cosas solo me han pasado con ella—. Soy Marty Mcfly.

Enredé mi mano en su melena dorada y la atraje hasta mí para besarla, quise subirla a mi habitación y follármela con fuerza sin ni siquiera quitarle la ropa, pero no... aún no teníamos relaciones sexuales, ella decidió esperar para incrementar el deseo.

En este punto si me cortaba no me saldría precisamente líquido carmesí por las venas.

—Ya lo sé. Luces tan sexy que acabas de crearme una nueva fantasía con una de mis películas favoritas— respondí.

—No sabía que el Dr. Who fuese tan cachondo—descubrió mi disfraz de inmediato, me sorprendía y excitaba todo lo geek que podía llegar a ser—. Llévame a la Tardis, tenemos tiempo antes de que lleguen los demás—sugirió y mi entrepierna apoyó la moción.

—No es "la Tardis", solo Tardis—la corregí, tratando de mantener mi autocontrol.

—Lo que sea. Cállate y bésame cuatro ojos— rodó los ojos y se acercó hasta mí.

Odia que la corrija.

Así que lo hago bastante seguido.

—No—y esquivé su beso. Este juego de tortura podíamos jugarlo los dos.

—¿Cómo qué no? ¿Acaso no me has visto?—se giró con mucha lentitud en su muy diminuta mini falda.

¿De qué está hecha esa falda?

¿Acaso se continúa encogiendo?.

—Claro que te he visto. Tengo cuatro ojos— respondí ajustando mis gafas sobre mi nariz y dándole mi mejor sonrisa, esa que sabía que la volvía loca, porque uno de sus puntos débiles eran mis frenillos pellizcando su piel.

Megan podía seducirme con solo su mirada en un segundo y me daba una erección con un susurro... pero yo sabía cuál era su talón de Aquiles, su criptonita... no había momento en que me deseara con más desespero que cuando yo le decía que no.

—Pero no—afirmé rotundo y me dirigí al patio para nuestra tarde de películas, sus tacones resonaron en el piso detrás de mí.

—Estarás gimiendo mi nombre antes de que Marty McFly vuelva al futuro—advirtió un tanto molesta, y sabía que sería así, acababa de hacerla enojar y me haría pagarlo donde más me gustaba: en la cama o quizás en Tardis. Y yo no me quejaría.

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora