CAPÍTULO 2. Repetir nunca trae nada bueno.

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Mi día comenzó según lo planeado. Una buena dosis de sexo con la sexy... ¿Ashley?¿Elena?, bueno con ella, 2.3km recorridos en la trotadora del gimnasio, una ducha fría para refrescarme y todo antes de las 7.30 de la mañana. Subí los peldaños de la residencia de mi hermana de dos en dos, nunca rechazaba una oportunidad de quemar más calorías. El pasillo del primer piso aún está desierto, aunque escucho las voces detrás de cada puerta cerrada.

Una morena pasa por mi lado envuelta en una toalla mientras se seca el cabello húmedo. Ladeo mi cabeza para evaluar bien la situación. Morena, piernas largas, sexy y húmeda. Justo mi tipo. Me sonrisa se ladea como si tuviese vida propia, pero cuando miro el reloj veo que no tendré tiempo ni de pedir su número. La morena sin percatarse de mi entra en su habitación, ubicada a dos puertas de la de mi hermana para mi comodidad.

Me consideraba de mente abierta y sabía muy bien que mi hermana, así como yo, disfrutábamos del sexo y lo practicábamos de forma segura, pero no por eso podía evitar querer protegerla en todo momento. Así que vivir con ella en la misma casa y tener que ver al tipo que acabase de follarla superaba todos mis niveles de autocontrol. De lo solo pensarlo se me tensan los músculos. Lo mejor era estar en residencias separadas

Llegué a su habitación y utilicé la llave que me dio para entrar. No había ninguna media puesta en la puerta, así que no me encontraría con nadie en su cama, aunque eso sería realmente una sorpresa, mi hermana jamás llevaba a ningún chico a su habitación. Megan estaba dormida acurrucada con su almohada. Su cabellera dorada le cubría el rostro. Aún conservaba esa carita de bebé que tanto me gustaba cuando estábamos pequeños.

Me senté de un brinco a su lado y ella solo gimió en protesta.

—Megs, vamos levántate —grité— eres demasiado floja. Llegaremos tarde al primer día de clases. No, rectifico, tú llegarás tarde al primer día de clases, porque como no estés lista en —miré mi reloj para confirmar el tiempo que podría darle— quince minutos, me voy.

Se sentó en la cama sin abrir los ojos y se desperezó. Su cabello enmarañado me dio risa. Ella era un desastre en las mañanas. La amenacé con irme sin ella y fue el impulso que necesitó para terminar de levantarse.

¡Que floja!

Mis amenazas siempre funcionaban. Ella era la típica mujer que tarda una eternidad en arreglarse, menos conmigo. Después de tantos años compartiendo la misma casa, sabía que era bastante capaz de dejarla botada si no estaba lista al finalizar mi conteo. De hecho, más de una vez había pasado.

Aproveché de revisar mi teléfono mientras Megs se alistaba.

¡ASHLEY!— exclamé en mi mente con victoria—, se llamaba Ashley.

Agendé su número y la fecha de hoy, rara vez repetía con una chica pues no quería darle a ninguna falsas esperanzas a pesar de que siempre dejaba claro lo que buscaba en ella: buen sexo; y lo que no esperaba: una relación. Pero Ashley hace esta cosa con su cadera que, ¡Dios!, tenía que volver a probar.

Pensando en ese movimiento demoledor, me acordé de la morena que vi hace poco y le pregunté por ella a Megan. Mi hermana siempre estaba dispuesta a ayudarme con algunos números cuando quería jugar la carta de "tímido" con alguna chica.

Por fin salimos de su habitación y le abrí la puerta del auto para que subiese. No me molestaba buscar a mi hermana ni llevarla a donde quisiera. Megan es mi mejor amiga, así nos criamos y fue lo que nos mantuvo cuerdos durante todo el divorcio de nuestros padres. El día que me llamaron para decirme que tuvo un accidente mi corazón se paralizó y sentí como una parte de mi vida se me escapó del cuerpo.

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora