Decir que me costó levantarme para ir a la universidad es un eufemismo. Ryan llegó tan cansado como yo estaba y se acostó a mi lado sin poder movernos. Cuando los rayos del sol comenzaron a calentar mis ojos me desperté sobresaltada.
—¡RYAN!— Grité— ¡Son las diez de la mañana!.
Saltamos de la cama y corrí al baño a cepillarme los dientes y peinarme. Tomé el bolso de maquillaje y lo lancé sobre la cama mientras corría aun lavándome los dientes hacia el closet. Arranqué de los ganchos los primeros jeans que conseguí, junto con una camisa cuello tortuga amarilla. Lancé todo a la cama y regresé al baño a enjuagarme la boca. Mi hermano a mi lado protestó cuando entré y él aún estaba orinando.
—Lo lamento pero no hay tiempo para ser pudoroso.
Me comencé a desvestir con rapidez mientras Ryan salía estrujándose los ojos. Gotas de agua le caían sobre su pecho sin camisa. Se había lavado la cara y humedecido el cabello. Le lancé mi bolso y todas las cosas que debía ir poniendo dentro, y una de sus camisas que siempre permanecían en mi habitación.
Para cuando abrió la puerta aún estaba saltando en un pie tratando de calzarme mis botines de tacón negro.
Primero tarde que sencilla.
—Muévete— me apuró mientras saltaba los peldaños de las escaleras.
Bajé lo más rápido que mis pies y mis tacones me permitían. Para cuando llegué al auto, mi siempre tan caballeroso hermano me abrió la puerta desde su asiento y apenas esperó a que la cerrara antes de arrancar.
—¡Cinturón, cinturón!— me repitió hasta que escuchó el click que me amarraba a la vida, según la publicidad.
—¿Cómo pudiste quedarte dormido?— le reproché— tú eres el que me despierta siempre.
—Estaba cansado, ¿está bien?. Estuve con Taylor hasta la madrugada. —¿Cómo está Nicole?— preguntó mientras apretaba con fuerza el volante.
—Ella no está bien— dije con genuina tristeza.
Pasé la noche anterior y gran parte de esta madrugada consolando a una devastada Nicole. Terminó recordando cómo había incitado a Taylor, pero eso no borraba la sensación de traición que sentía hacia él y hacia ella misma. Nunca estuvo con un hombre antes, y haberse acostado con Taylor con todas las agravantes de la situación: estar borracha, no acordarse, propiciarlo y el que Taylor fuese un idiota mujeriego; no mejoraba nada. Nicole también recordó detalles muy gráficos de lo que ellos hicieron. No me dijo que eran pero le provocó arcadas muy fuertes y nuevas lágrimas. La consolé mientras lloraba y lloró hasta que ya no le salían lágrimas. Me aseguré de que comiera, y cuando por fin se quedó dormida pude irme a mi habitación. Eran las tres de la mañana.
—Pero es una muchacha fuerte, así que lo estará— finalicé.
—Aún no puedo creer que hayan estado juntos— habló mi hermano— No, me corrijo, lo que en verdad no puedo creer es que le haya gustado a Taylor todo este tiempo. Siempre pensé que lo suyo eran puras bromas, pero maldición, casi me atrevo a decir que está enamorado.
Su respuesta me sorprendió. Lo miré perpleja esperando que fuese una broma. Cuando volteó y vio mi boca dibujando una gran "O" y mis ojos abiertos cuán grandes eran, se dio cuenta de su error y de mi ignorancia.
—¡Ay mierda!.
—¿Qué Taylor que?— chillé.
Pero mi hermano no respondía. Apretaba con tanta fuerza el volante que pensé que se haría daño o lo rompería.
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Estúpido Nerd Amor.
Novela JuvenilLa vida de Megan Asper es la típica vida universitaria: la más popular envidiada por todas, buena fiestas y buen sexo; hasta que se topa con Alejandro Hott, un nerd que es inmune a sus curvas, su pecho prominente, sus caderas de infarto, su melena d...