—Peppa, Peppa, Peppa—corearon todos los idiotas.
Hice mi mejor esfuerzo para que no se me notara las ganas que tenía de asesinarlos a todos en ese mismo momento. Desde que llegué a esta porquería de instituto comienzo a entender mejor a Carrie, pobrecita, francamente bien por ella que logró su venganza.
—Oye Peppa, te hablamos, ¿además de gorda eres sorda?.
Apreté mis manos con fuerza y subí el volumen a mis auriculares.
Todo el put-...
Me corrijo mentalmente la palabrota, por pura costumbre, casi que puedo escuchar a mis papás reprenderme o a mi hermano corregirme. Pero ¿Qué importa? Ellos no son los que están aquí aguantándose.
Todo el puto instituto de mierda sigue llamándome Peppa Pig. Maldita caricatura.
—Uff, que bien se siente—termino en voz alta con alivio, de alguna manera debo drenar mi ira.
—¿Quedaste con hambre Peppa? Porque aquí tengo las sobras de mi comida... es lo que comen los cerdos, ¿no?—Cristina pasa por mi lado burlándose y lanza los restos de su comida sobre mi bandeja vacía.
Cristina Suffit. Una perra con todas sus letras. No se coloca el filtro de Instagram, porque sería una redundancia. La odio.
Respiro profundo y alejo la bandeja de mí.
Ella fue la que comenzó todo, Cristina y su mejor amiga Melody. No sé cuál de las dos es peor, aquí parecen temerles, así que nadie se atreve a enfrentarlas, a parar su reinado de abusos, por el contrario, son un mal que se propaga y se contagia entre todos.
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Finalmente el día acabó y pude irme a la casa. Esto era una prisión, un castigo de mis papás por haberme escapado de la casa el año anterior. No entiendo por qué no pueden superarlo, no fue tan grave tampoco. Un fin de semana en la playa con mis amigos, no ameritaba que me sacaran del instituto.
Bueno... ciertamente falsifiqué la firma de mi papá que me autorizaba a viajar fuera del país, pero México no es tan lejos, no cambié de continente. Y dinero nos sobra, así que pagarles las vacaciones a mis amigos tampoco fue algo grave. Reconozco que crucé la raya cuando retiré dinero de la cuenta de emergencia, pero era realmente una emergencia sacar a Yul de la cárcel, era él que tenía que conducir de regreso.
Cuando llego a la casa Alejandro aún no ha llegado, así que subo directo a mi habitación para ducharme, cambiarme de ropa y comenzar a hacer las tareas, con la música a todo volumen. En medio de la tarea de literatura, escuchó los golpes en la puerta y alzo la vista para conseguirme con mi hermano, con sus brazos cruzados sobre el pecho y recostado de la orilla, va descalzo y está recién duchado, por lo que su cabello aun gotea un poco. No entrará a menos que lo autorice, quiere demostrarme como se respeta la privacidad, pero poco me importa si no le gusta que entre a su habitación.
Le hago una seña para que pase y se sienta a un lado de mi cama.
—¿Muchas tareas?—pregunta mientras revisa mis cuadernos. Me gusta este lado de él sobreprotector.
—Ya casi las tengo listas todas.
—Si necesitas ayuda con alguna...
—Te avisaré. Y si tú necesitas ayuda con alguna.... Solo dime.
Le guiño el ojo y aunque me hace una mueca en disgusto sé que disfruta el chiste.
Mi hermano es muy bueno en todas las materias de ciencias, pero el año pasado iba bastante mal en psicología, y tuve que darle algunas lecciones. No me gusta echárselo en cara, pero la verdad era que bajarle un poco su ego de súper nerd, le caía bastante bien.
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Estúpido Nerd Amor.
Teen FictionLa vida de Megan Asper es la típica vida universitaria: la más popular envidiada por todas, buena fiestas y buen sexo; hasta que se topa con Alejandro Hott, un nerd que es inmune a sus curvas, su pecho prominente, sus caderas de infarto, su melena d...