CAPÍTULO 19. Estúpido sabiondo cuatro ojos

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—¡Ayer entregué el trabajo con los ejercicios de Matemática!—anuncié con orgullo, no bien llegué a la casa de Alejandro.

—¡Muy bien!. ¿Y cuándo te darán la nota?.

—En una semana. Estoy bastante nerviosa.

—Los ejercicios están todos bien, los revisamos ayer varias veces. No te preocupes.

—Gracias, no lo hubiese podido hacer sin tu ayuda.

—Lo sé—respondió con petulancia.

—Se dice "fue un placer".

—Gracias, pero no es para tanto—rio divertido—. Hoy no tengo nada que ofrecerte, no he tenido tiempo de ir a la tienda a comprar los víveres—continuó un tanto apenado.

—Vamos, te puedo acompañar a hacer las compras—tomé mi cartera y no le di tiempo a protestar.

Alejandro se calzó sus zapatos y tomó las llaves del auto de una pequeña canasta que estaba en la mesa junto a la puerta. Caminamos al estacionamiento de la casa; era como un pequeño anexo y siempre lo había visto cerrado. Sabía que Alejandro tenia auto porque lo había comentado en otras oportunidades, también que prefería usarlo poco y mucho menos llevarlo a la universidad. Mientras la puerta del estacionamiento se abría, jamás me hubiese imaginado la verdadera razón por la que a Alejandro no le gustaba manejar el auto. Mi boca cayó hasta el suelo y mis ojos se abrieron tanto que resultó incluso doloroso.

Dentro de la cochera estaba una camioneta BMW X5, y para que estuviese nueva por completo solo le faltaba el plástico en las llantas. Era azul, pulida e impecable. Él caminó con seguridad hasta la puerta del conductor mientras yo seguía paralizada en mi puesto. Cuando se giró solo pudo encogerse de hombros luciendo apenado con sus mejillas sonrojadas.

—Me lo regalaron mis papás—explicó mientras caminaba hacia mí y me llevaba como a una niña por la mano hasta que me sentó en el asiento del copiloto—. Según me ayudaría a conseguir chicas.

El interior era con asientos de cueros y muy cómodos, era amplia y confortable. En cuanto se sentó y giró la llave para encenderla, tuve que tocar el tablero para asegurarme de que estuviese encendida. Yo no podía salir de mi asombro, en definitiva esta camioneta no pegaba en nada con un chico nerd.

Me costó unos buenos minutos recuperarme ante esa impresión. Era verdad que Alejandro vivía en una buena urbanización, pero tampoco era la más adinerada de la zona, aunque si la más cerca de la universidad, y todo lo que estaba dentro de su casa, ahora que lo pensaba, dejaba claro la solvencia económica de su familia.

Pero jamás me hubiese imaginado que tendría una camioneta último modelo en el garaje de su casa y aunque me pareciese increíble contra todo pronóstico, allí estaba yo, en aquella camioneta azul con un sticker en el parabrisas con el rosto de Optimus Prime que la anunciaba como una Autobot.

— ¿Y las conseguiste?—pregunté al rato.

— ¿Qué.

—A las chicas, ¿conseguiste muchas chicas?— sabía la respuesta, el mismo me la había dicho cuando me habló de su única novia la zorrita, como le había apodado en mi cabeza con cariño, pero después de ver ese auto, quería confirmar que ninguna desesperada se hubiese lanzado encima de él.

— ¿Celosa?—alzó una ceja incrédulo.

—Molesta como no llegues a responder mi pregunta—respondí bajándome del auto en el supermercado.

—Ninguna. ¿Contenta?

—Mucho—entrelacé mi brazo con el suyo. Una sonrisa escapó de él, esa misma que lo hacía tener un ruido raro e irritante cuando tomaba aire para continuar riéndose.

Estúpido Nerd Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora