—Entonces, ¿crees que se irá a ver con Psicomelissa?— me preguntó Nicole mientras salimos de una tienda vintage que a ambas nos encantaba y que nos quedaba cerca del restaurante donde almorzaríamos.
Después de que un muy sonriente Ryan me dejara en la residencia, por completo desconcertada por todos los cambios de humor que lo vi tener en las escasas horas que habíamos compartido esta mañana, busqué a Nicole en su habitación y esperé que se terminara de alistar para salir. Teníamos casi dos horas caminando entre las tiendas. Ella llevaba un par de bolsas, yo apenas una, con una camisa de corte largo y de color rojo, que me recordó de inmediato a Alejandro. La tela era tan fina que se transparentaba insinuando con claridad, pero sin vulgaridad, mi silueta y mi sostén.
— Si hubieses visto su multipolaridad, tendrías las mismas sospechas que yo.
Cruzamos la calle para caminar el último tramo hasta el restaurante. Yo aún no tenía hambre, pero Nicole estaba hambrienta. El camarero me dedicó una amplia sonrisa y nos condujo hasta una mesa apartada junto a la venta. Nos tomó la orden de las bebidas mientras leíamos la carta. Regresó unos minutos después con las limonadas frappé que habíamos ordenado, la mía llevaba una pequeña flor dentro del vaso. Me guiñó el ojo con picardía y le sonreí. Por norma general, nunca trataba mal a la persona que era responsable de mi comida ni mi bebida.
—¿Ya hablaste con Andrea?—disparé sin querer darle más larga a la pregunta. Pero obtuve la respuesta sin que Nicole tan siquiera hablara. Su rostro se enrojeció y trató de esconderse detrás del menú, fingiendo un repentino interés.
—¿Qué está pasando Nicole? Tú no eres así, nunca antes te ha costado alejarte de una persona—razoné.
—Me gusta Meggie. Intenté terminarla, de verdad, pero no pude. Así que le dije que no sabía estar en una relación y que no quería lastimarla.
—¿Y ella que respondió?.
—Que ella tampoco había estado en una relación antes, y que si yo lo intentaba ella también lo haría.
—Wow, Nico, entonces lo harás.
Nico asintió con su cara enrojecida y apenada.
—Boba, debes estar feliz. Yo en verdad estoy feliz por ti y por Andrea.
Su semblante se relajó y se permitió sonreír. Nuestros almuerzos llegaron y comenzamos a comer.
—¿Y qué tal van tus tutorías?
—Muy bien en realidad—respondí sin poder esconder una sonrisa.
—Meggie, si te conociera un poco mejor diría que comienzas a amar las matemáticas a juzgar por tu sonrisa o al tutor al parecer—frunció sus labios con una mirada divertida cuando yo disimulé la mía con más rapidez de lo que debía.
—No es así— intenté explicar
—Si, si, si. No me vengas con cuentos cuando yo me sé historias. Así que desembucha.
—Él es... agradable y diferente pero solo eso. No creo que yo sea su tipo
—Meggie por Dios, tú eres el tipo de cualquiera con pene... o vagina, si al caso vamos. La industria pornográfica es la más exitosa por mujeres con tu apariencia. No me vengas ahora con inseguridades, estás muy grandecita para la gracia.
No pude evitar reírme por su forma tan particular de decirme las cosas. Siempre cruda, siempre directa y siempre sexual.
—Yo creo que eres su tipo, pero le asusta que seas más de lo que él puede manejar. ¿No lo has pensado?—insistió
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Estúpido Nerd Amor.
Roman pour AdolescentsLa vida de Megan Asper es la típica vida universitaria: la más popular envidiada por todas, buena fiestas y buen sexo; hasta que se topa con Alejandro Hott, un nerd que es inmune a sus curvas, su pecho prominente, sus caderas de infarto, su melena d...