Coma |P. JM|

012.

La noche había transcurrido con más calma de la que Samanta esperaba, descontando las pequeñas complicaciones que Jimin presentó en la madrugada, todo había estado tranquilo.

Samanta había aprovechado el estado un tanto estable del pelinegro para enfocarse en todo el desenfreno de recuerdos que había tenido en la tarde del día pasado. Mientras tomaba su tercer café, pensaba en cómo había podido ser posible que su futuro  lugar de trabajo la desequilibrara a tal punto de dejarla totalmente estática sin el más mínimo control de si misma. Juraba haber superado por completo aquella situación, creía tener más que asimilado todo lo que ocurrió después del accidente de sus padres y aseguraba firmemente estar totalmente preparada para afrontar cualquier cosa relacionada a ello.

Más no era así. Y Samanta no podía estar más enojada con sí misma.

Sentía como la impotencia le llenaba cada parte de su cuerpo, sofocandola y desesperandola. Su cabeza se había aliado a ese horrible sentimiento, diciendo jugarle la pésima pasada de estar reproduciendo la imagen de ella misma totalmente paralizada en el medio del pasillo. Estaba totalmente presa de los malos recuerdos, siendo torturada hasta más no poder.

El doctor Jhonson había estado observando a la chica y como esta estaba algo ida en lo que iba del día. Notaba el estado de ánimo forzado que la pelirroja tenía y como procuraba aislarse lo más rápido posible. Decidió no hacer mucho caso puesto que pensó que ella había tenido algún problema fuera de las puertas de la institución y eso la tenía así. Más también sabía que podría ser que a Samanta le estuviera torturando el recordar sus acciones del día anterior.
No fue hasta casi mitad de la tarde, cuando vio a la chica apoyada en uno de los grandes ventanales de la sala de espera de terapia intensiva, que comenzó a preocuparse. Vio como Sami acomodaba nerviosamente su cabello hasta hacerlo una cola y como secaba de la manera más brusca algo que seguramente eran lágrimas. No intervino para preguntarle si algo le pasaba, solamente se dedicó a ver cómo Samanta actuaba torpe y sin coordinación alguna. El doctor observaba a la pelirroja frotar su rostro para luego mirar hacia alguna parte el en cielo, como mojaba sus labios cada tanto y su raro respirar.

Jhonson tenía más que claro que tales movimientos eran de una persona que padecía crisis nerviosas y recordó perfectamente como el padre de la chica le había mencionado que por desgracia, Sami las padecía.

Cuando Samanta apoyó sus brazos en el marco de la ventana y escondió su rostro entre las manos, el anciano supo que debía intervenir.

                                    💤

Por otro lado se encontraba Jungkook, quien había despertado ese día con la pequeña y tonta ilusión de encontrar a Sami en la habitación por la mañana. El chico se encontraba perdido en la música clásica que se oía por lo pasillos de la academia mientras fijaba la vista en las hojas de los árboles que se movían a causa del leve viento. Jeon había tratado de comunicarse todo el día con Samanta, más no pudo. El celular de la chica le dió apagado en todo momento, causándole cierta inquietud. Su día había sido de lo más deprimente, no había ido a la universidad así que tuvo que almorzar solo en el silencio de su departamento y en la academia estuvo gran parte del tiempo perdido entre pensamiento de duda.

Así pasó todo su día, hasta llegar al punto donde necesitó un poco de aire. Desde entonces no hizo más que permanecer quieto mirando por la ventana.

-Buen lugar para pensar ¿No?

-Lo era hasta que llegaste.

-Si no te conociera pensaría que me odias.

-No estoy tan lejos de hacerlo.

-Si claro.

Jeon rió ante la contestación confiada de Grey y se volteó para volver a su salón.