014.

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Una semana había pasado desde que Samanta había podido ver a Jimin. La chica estaba totalmente atascada con apuntes y libros para su último examen, sería dentro de un mes, lo cual estaba a punto de matarla de estrés.

Pensó que podría seguir con sus visitas diarias al chico mientras se preparaba, pero cuando se vio agobiada entre el estudio y sus promesa de no faltar un solo día a ver a Jimin, supo que no sería capaz de hacer ambas cosas.
Hubo días en los que se internaba en el hospital, desde la mañana hasta altas horas de la noche, llevaba su pila de cosas por leer y ocupaba el asiento al lado de la puerta de la habitación del pelinegro como su sitio de estudio. Allí pasaba todo el día y solo se movía cuando la hora de visita llegaba, donde entraba cual rayo a la habitación, aunque había momentos fuera del horario permitido para visitantes en los que le podían sus ganas de verlo y se adentraba por milésimas de segundos para ver cómo se encontraba y si estaba todo en orden.

Pero no era suficiente.

Para la chica no era suficiente pasar una hora al día con Jimin, sentía como poco a poco la promesa que le había hecho se resquebrajaba y los pedazos de ella comenzaban a caer. Aún así, no desistía, no dejaba de ir, de preguntar, de juntar cada parte de sus palabras para volver a unirlas con lo que había prometido cumplir.

En los momentos donde la pelirroja no hacía otra cosa que estar sentada al lado de la puerta, pensaba en cómo había llegado a ese extremo de la situación, se preguntaba por qué no fue capaz de sobrellevar las cosas, por qué luego de tantos años justo en ese momento de su vida sus traumas tuvieron que aflorar.

Necesitaba con urgencia aclarar todo en su vida y es que esta se le estaba viniendo en picada hacia abajo, haciendo que la chica se encontrase totalmente perdida.

Le faltaba menos de un mes para terminar su carrera y no sabía si sería capaz de poder ejercerla, años de sacrificio había puesto para ahora sentarse a pensar que posiblemente fue todo en vano. Estaba desorientada sobre que hacer, no hacía más que pensar en su padre, quien le había apoyado siempre, en la promesa que le había hecho a su madre sobre convertise en una excelente profesional, en qué tal vez no sería capaz de ayudar a Jimin en lo más mínimo, en que no sería capaz de seguir en esa ciudad sin hacer nada, lo cual traería como consecuencia tener que volver a su casa y decirle adiós a Jungkook.

Miles de ideas golpeaban con fuerza dentro de la cabeza de Samanta, no tenía idea de si seguir o abandonar todo para evitar varios problemas. Era de esos momentos donde solo necesitaba desaparecer por completo del la tierra y volver cuando todo estuviera solucionado.
Pero tristemente la vida no era así y aunque no quisiera, debería afrontar la situación, por más fuerte que sea.

La impotencia que de a poco la estaba consumiendo, llegaba a casi enloquecer a la pelirroja, era la primera vez en toda su vida que veía como todo su esfuerzo se venía abajo y se sentía incapaz de detenerlo. Estaba llegando al punto de quiebre donde si algo más le sucedía, sería lo que pondría el punto final a toda su lucha, ya sea para bien o para mal.

Apretó la taza de café que se había pedido y miró desinteresada el estante de libros que estaba pegado a la vidriera enorme. La chica veía gente ir de un lado a otro, pensó más de una vez en escabullirse entre todo ese tumulto de personas y simplemente desaparecer. Ojalá fuera así de fácil.

Había salido de su departamento temprano como de costumbre y aún así no había visto ni rastro de Jungkook en el. El últimamente no estaba cuando ella se iba y tampoco cuando volvía, en esa última semana casi ni se cruzaron. El único momento donde podían tener algo parecido a una charla era cuando Jeon caminaba ya listo para dormir desde el baño a la cama, aún así las charlas eran raras, o por lo menos Samanta las sentía así. Solían sacar los típicos temas de cómo había estado su día y luego de eso no había mucho más para decir, eso ocurría cuando Jungkook iba al cuarto, porque había otras noches en las que se quedaba en su habitación de práctica y directamente cruzaba dos palabras con la chica antes de irse a la mañana siguiera, si es que se veían.

Coma |P. JM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora