007.

3.6K 512 241
                                    

El trayecto a la prestigiosa academia se estaba haciendo bastante corto debido a la gran velocidad a la que Jeon conducía. Sami lo encontró raro, su novio jamás sobrepasaba los límites de velocidad, pero había una razón por la que Jungkook se estaba histérico al volante y se debía a que durante casi todo el viaje la pelirroja se había pasado hablando de lo que Jimin había recibido, de todos los reconocimientos dentro de la caja, de las imágenes y en especial de la carta.

La voz de Samanta era lo único que se escuchaba dentro del auto, Jeon por su parte solo se dedicaba a presionar el volante al punto de dejar sus nudillos blancos y pisar el acelerador, quería llegar cuanto antes a ese lugar y dejar que la chica de adentrara en la academia para el poder liberar su frustración con algo. Samanta percibía que algo no andaba bien, la actitud en su rubio era muy diferente a la que ella estaba acostumbrada, fue ahí cuando decidió bajar el tono de su voz ya que se dió cuenta que estaba casi gritando producto de la emoción, fijó la vista en su pareja, en lo contraído que se veía y se asustó al ver a la velocidad que iban en una calle bastante transitada. Se enderezó en su asiento sin saber que hacer o decir, se sentía perdida al no entender por qué Jungkook podría estar así. Samanta era muy inocente algunas veces.

El chico se sintió mal al agradecer internamente el que Sami se callara, le dió varias miradas rápidas a su acompañante y volvió a acelerar. El ambiente estaba tenso, muy tenso y a Jungkook no se le ocurría mejor idea para acabar con el que llegar a ese maldito lugar. Iba a una velocidad demasiado sobrepasada, lo cuando hizo a la pelirroja levantar la vista e intentar decir algo, más no pudo, porque en fracción de segundos otro auto se apareció por su costado provocando que Jeon frenara abruptamente. El ruido de la bocina del vehículo contrario mezclado con el chirrido de las ruedas del auto de su novio aturdieron en demasía a Samanta quien solo pudo clavar sus uñas en el asiento, cerrar los ojos, impulsarse hacia atrás y rogar no morir.

Escuchó la respiración pesada de su novio y abrió los ojos muy lentamente, todo estaba bien, solo había sido el peor susto en años. Humedeció sus labios mientras giraba su cabeza hacia el rubio que se encontraba estático en su asiento.

—Jungk-

No la dejó terminar puesto que colocó su mano en la palanca de cambios, hizo gruñir al motor y salieron de ese lugar. La pelirroja miraba a quien estaba a su lado intentando saber que rayos pasaba, no se atrevía a hablar, ni menos moverse, estaba totalmente quieta en su asiento.

Ambos se aliviaron cuando vieron las instalaciones frente a sus ojos. Samanta no hizo más que removerse en su lugar y abrir la puerta del coche.

—Yo.. no creo que tarde mucho, aunque si quieres irte a casa, no importa, puedo tomar un taxi..

No escuchó palabra alguna de parte del chico, solo lo vio asentir.

Sami sin más salió, no sabía si Jeon se quedaría, si se iría o que rayos haría. Miró a su novio desde las escaleras de la entrada y se encogió el corazón a ver cómo Jungkook tenía la cabeza sobre el volante. Definitivamente jamás había visto esa parte de Jeon.

Samanta subió los escalones y se adentró en la imponente estructura, su asombro creció al ver lo elegante y delicada que era, las estatuas, los cuadros, la pintura, la decoración en las paredes, todo parecía un verdadero palacio. La música embriagaba los oídos de la pelirroja haciéndole creer que pronto comenzaría a flotar producto de la paz que emanaba de cada parte del lugar. Fue hacia una de las grandes puertas y asomó su cabeza, una gran sala color crema con espejos enormes en las paredes fue lo vio, muchas chicas y chicos con mallas negras realizando ejercicios prendidos del largo barandal.

Siguió su recorrido en busca de la directora del lugar más se le dificultaba un poco ya que se distraiga por cada salón que se cruzaba. La sala de música con sus miles de instrumentos y chicos tocándolos, el salón de artes donde se asombró al ver cuan hermosas eran las pinturas creadas por los chicos que se encontraban en total calma dentro del cuarto y las varias habitaciones donde un un ritmo de música era aún más delicado que el anterior. Definitivamente ese lugar era el maldito paraíso artístico.

Coma |P. JM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora