019.

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La alarma sonó a las siete en punto y fue apagada casi al segundo por Samanta, quien no había podido pegar un ojo desde que llegaron al departamento. Dejó caer su brazo extendido mientras volteaba su rostro para ver a Jungkook dormir plácidamente. Se acomodó quedando frente a él, lo observó y le acarició los cabellos de la frente con sumo cuidado.

Como iba a extrañarlo.

Ya cansada de llorar, no permitió que las lágrimas pasaran más allá de sus ojos, automáticamente los fregó cuando sintió el líquido llenarlos. Se tomó unos minutos para mirar las tranquilas facciones del chico, examinó cada rincón de su rostro y se levantó.

Caminó lento hacia el baño y tomó una ducha, la cual no duró mucho, ya que su necesidad de salir de allí la estaba ahogando. Bajó lento hacia la sala, notando el desastre de papeles que había dejado Jungkook, fue hacia ellos con la intención de por lo menos apilarlos, y así lo hizo, fue acomodandolos de a poco hasta dejar la mesa más o menos ordenada, pero no se levantó, quedó observando los montones de hojas blancas con letras y entre ellas un folleto que llamaba mucho la atención. Lo tomó casi sin darle importancia a lo que pudiera tener escrito en el y leyéndolo se dio cuenta de no era un folleto cualquiera, sino que se trataba de un horario, lo miró por ambos lados llevándose una gran sorpresa cuando vio que seguido de la palabra "cierre" se encontraba el nombre de Jungkook.

No entendía por qué rayos Jeon tenía un número de presentación para la exposición de talentos de una de las mejores academias, pero su cabeza no tenía espacio para nada más, así que dejó el folleto donde estaba y se levantó para ir directo a la cocina. No buscó nada de comer, todo le daba náuseas, solo quería un poco de agua y se marcharía hacia la universidad. Notó así, con el agua en la mano, que la mochila de Kook se encontraba sobre la mesa y de ella salían dos libros grandes de psicología. En cierto modo se alegró, tal vez lo de la presentación era algo como un hobby para el chico, pero aún así no había mencionado palabra alguna sobre eso con ella y le dolía pensar en que no sabía sobre ciertas cosas de la vida de Jungkook.

Tal vez se le pasó decirle. Automáticamente quiso remendar la situación, pero no dejaba de doler, por más excusas que se inventara en la cabeza. Así que decidió callar, de nada le servía su intento de mejorar las cosas. Antes de salir decidió anotar el horario para la presentación. 18:30. Le daba bien el tiempo para hacer todas sus cosas e ir. Aunque todo se había derrumbado, quería ver en qué clase de persona se había transformado Jeon en esos últimos meses en los que ella no le prestó la más mínima atención.

💤

Los pasillos de la enorme institución estaban llenos de alumnos en total estado de crisis existencial. La mitad de ellos tenían claro que pasarían y se sentían confiados, mientras que la otra mitad visualizaba las ventanas para luego de ver su examen final, tirarse por ellas. Y entre toda esa gente, muy en el fondo del pabellón se encontraba la pelirroja, pensativa, callada, ida. Su cuerpo estaba allí, más su mente se había quedado en el momento que abrió la puerta y vio todo ese desastre. Se sentía mal, muy mal, no podía ni tenía la capacidad de moverse o si quiera hablar, hacer un gesto o alguna muestra de que estaba atenta a lo que pasaba en el lugar, ella estaba ahí y no sabía cómo.

Sintió como alguien se sentó a su lado y automáticamente reconoció su perfume.

Leo.

El castaño no emitió palabra alguna. Solamente se quedó allí esperando el resultado de su examen.
Quería asesinar a golpes a Jungkook, hacerle pagar el daño enorme que le había hecho a su amiga, tenía la enorme necesidad de verlo sufrir. La ira lo consumía un poco más cada segundo y cuando estaba totalmente perdido en sus malignos pensamientos escuchó a lo lejos el apellido de Sami, seguido de sentir como ella lo dejaba totalmente solo. La vio alejarse e ir justo en frente del profesor que les tomó el examen, la vio recogerlo y como el anciano la abrazaba, más ella no respondía, vio como la felicito y ella solo asintió y como el hombre se metía dentro de la habitación mientras Samanta se quedaba frente a la puerta con la cabeza baja mirando las hojas.

Coma |P. JM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora