Prefacio.

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Se observo en el espejo sonriendo, observando el vestido nuevo que su mami le compro. Kalyla era una hermosa niña llena de vida, siempre riendo. Su largo cabello le llegaba a la cintura y se encontraba suelto viendose hermosa con su conjunto nuevo.

Salio del cuarto, bajando las escaleras de dos en dos. Llego a la cocina su madre servia la mesa no la había notado aún. Su padrastro veía el juego y ella estaba en medio de la cocina llamando la atención de su madre. Tambaleandose de adelante hacia atras con sus manitas tras la espalda. La mujer ya había notado la presencia de la niña pero no la miró. Detestaba esa niña, fue un desliz que casi le causa la vida.

- Sientate Kalyla- ella fruncio el ceño pero obedecio rápidamente sentandose en su silla. Ella nunca entendió el porque se le había otorgado tal nombre tan extraño. Nunca en sus siete años de vida había escuchado ese nombre, varias veces pregunto a su progenitora su significado y esta solo la ignorada como siempre.

Un golpe en la mesa la devolvió a la realidad. Alzo la mirada. Ese hombre de mirada turbia y sin demostrar otra expresión que el enojo la miraba con desagrado. No era su padre y la pequeña lo sabia. Pues este se lo recordaba siempre y ella agradecida que fuera así. No soportaria tener un padre como él...

-¿Sucede algo?- su voz era suave, inocente. Ella miraba a su remplazo de padre confundida.

-¡Mujer!, ¿quieres decirle a esta que no me dirija la palabra? - Kalyla palidecio sabiendo que su madre le prohibió mirar o iniciar conversación con ese hombre.

-¡Kalyla, ya he hablado contigo!- su madre grito furiosa, la niña ya estaba asustada. Su madre se acerco y pronto su mano estaba marcada en la mejilla de la pequeña Kalyla. Ella no lloro pues ya estaba mas que acostumbrada a ese acto.

El hombre sonrió contento. La joven no sabia el porque el no la quería ella era dulce y alegre no les daba motivos de molestia. Pero él se empeñaba en lograr que saliera dañada siempre.

Luego de eso comieron en silencio. Kalyla ya quería irse a la cama ya no tenia hambre, ya no estaba contenta. Pero sabia que mañana olvidaria eso y volvería a llamar la atención de su mami.

Revolvia su plato plato de verduras sin tener el amago de comer. Su madre la miraba molesta su padrastro maquinaba algo.

-Come tus verduras- Kalyla dio un pequeño saltito del susto y mirando a su madre comió. Al terminar subió a su cuarto pues como todas las noches. Veía como ese hombre tomaba a su madre y le comida la boca. Pronto escuchaba gemidos y jadeos. Y ella no quería ver eso. Sabia que no debía lo aprendió luego de recibir una buena paliza. Ya en su cuarto su cambio su vestido nuevo y su coloco su pijama de princesas. Cepillo sus dientes y peino su cabello. Y con un poco de sueño y cansancio se monto en su cama apago la luz de la mesita de noche y miró al techo cerro sus ojitos con fuerza quería dormir y costandole dos largas horas lo logro.

Eran quizás las dos de la mañana cuando se levanto se sentía excitado pero su mujer no lo saciaba ya no lo hacia. Miro a Karla su esposa y cerciorandoce
Que esta estaba dormida salio de la habitación rumbo a la habitacion de esa pequeña niña que lo ponia furioso todo el tiempo. Abrió la habitación y entro el cuarto estaba en penumbra, Kalyla descansaba tranquila. Sin darse cuenta que seria ultrajada y no podria hacer nada para cambiar eso.

Simone la mira y dudo. Rápidamente ese sentimiento se fué camino seguro se monto en la cama, encima de la niña. Esta se removio pero no despertó. Dormia, sonaba que su madre la amaba que su padre vivía... Sintió que la tocaban y eso la alerto, despertandola, asustando la. Lo vio él estaba sobre ella besaba su cuello, tocaba su cuerpo. Chillo pero el la callo uniendo su boca con la suya. Sentía miedo no quería que la tocara.

-¡No, no me toques! - pero el no la oia el la iba a poseer estaba decidido. Su pijama salio de su cuerpo. Ella lloraba, gruesas lagrimas caian de sus ojitos. Él mordia su suave piel. Tenia miedo mucho miedo.

¡No! ¡No me toques!

Quería grita pero su grande mano tapaba su boca. Entonces sucedió. Mirando la con deseo y ella con miedo él la penetro. El dolor era insoportable le ardia esa sona tan intima pero a él eso le importaba poco, pues se movía con fervor dentro de ella. Le dolia, le dolia y mucho. Él no salia de su cuerpo. Los minutos pasaban y Simone se movía más de prisa. Entonces sintió un liquido caliente recorrer su interior y él se detuvo. Mirandola y besandola salio del interior de la pequeña ultrajada y si mirar atras se fue. Ella lloro toda la noche y eso que pensó que solo sucederia una vez se volvió una rutina. Una triste rutina. Su madre lo sabia, sabia las andanzas que hacia su marido por las noches. Pues varias veces lo vio entrar al cuarto de la niña y luego escucharla llorar. Pero no hacia nada. Tenia miedo. Miedo de que su marido la dejara. Prefería que violara y ultrajara a que este la dejara...

kalylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora