Extra.

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Años después.

Estaba harta de ese lugar, esas tres paredes y esa reja la estaban enloqueciendo, sumandole a eso esa asquerosa comida con la que la alimentaban. Dio vuelta en el delgado colchón y gruño, los alambres de esta se le incrustaba  en todo el cuerpo. ¿Cuando terminaría aquella turtura?. Soltó una maldición y se sentó de golpe. Ya no lo soportaba más. Acabaría con esa turtura ella misma. Metió las manos por debajo del colchón y sacó el frasco lleno de pastillas. No sabía para que eran, pero había visto que se las daban a algunas de las mujeres. Destapó el frasco, vacío el contenido en la palma de su mano y las miro atenta, tragó saliva y cerró los ojos con fuerza, lo abrió decidida y de un sopetón se trago todas las pastillas. Se recostó en la pared cerrando los ojos, se sintió mareada de repente, muy mareada, ¿que mierda eran esas pastillas que tomó?, su respiración se volvió pesada, se llevó las manos a la cabeza y la aprieto con fuerza, sentía una fuerte punzada en la misma. De inmediato Kalyla llegó a su mente, por ella estaba aquí, pero no la odiaba. Su cuerpo se perló del sudor, su corazón empezó a palpitar rápidamente, lo sintió, se estaba muriendo, sonrió, al fin paz. Kalyla había sido una niña tan activa, tan preciosa, tan inocente y ella acabó con esa dulzura, ella acabó con su hija. De pronto su cuerpo empezó a convulsionar, su corazón latía a mil por horas. Empezó a llorar, lloraba por su hija, por el cariño que nunca le dio, recordaba las miraba de súplica que ella siempre le daba, recordaba el llanto, los golpes, su hija sufrió por su culpa. Y todo aquel maltrato era por la sencilla razón de que esa niña tenía la inocencia que a ella se le arrebató, también porque esa niña se parecía mucho a su padre y a este si lo odiaba, lo odiaba porque le fue infiel, cuando Kalyla nació, Sofía ya lo había echo, ella no fue la amante, Sonia lo fue.

En ese deplorable lugar lleno de moho y con un olor putrefacto Karla soltó su último aliento.

-¡Selina!.- Soltó Kalyla rodeando a  la muchacha que era su única amiga.

-Te ves muy guapa.- Kalyla sonrió y miro su vestido. Era de color vinotinto ceñido al cuerpo, la verdad era muy sencillo.

-Tu también.- Aseveró la joven.

Ambas caminaron hasta el patio de la casa que era el lugar donde se llevaría a cabo el cumpleaños de Jimmy, el pequeño estaba cumpliendo siete años. Su pequeña familia estaba allí.  Su padre que ahora estaba casado con una rubia muy hermosa, Sofía que también se había casado y tenía dos niñas, gemelas, Sonia como su madre y Andrea por su esposo, además de Amanda y unos cuantos tíos de Evan.

Jimmy correteaba por todo el lugar acompañados de sus primas y los nietos de los tíos de Evan.

-Kalyla, pequeña.- Evan le llegó desde atrás y rodeó la cintura de ella. De inmediato Kalyla sonrió dándose la vuelta y darle la cara.

-Hola.- Dijo la pequeña. Evan reparó en selina que no la había visto y la saludo, luego la muchacha se marchó con la excusa de ir a saludar a los demás.- ¿Pasa algo?.

-No, sólo que estas muy hermosa.- La muchacha se sonrojo.

-Tu también. - En hombre andaba enfundado con una camiseta cuello alto manga larga color gris y un pantalón oscuro.

-Ah, tu papá te anda buscando.- La joven Fruncio el ceño.

-¿Para qué?.

- No lo sé. Andaba muy extraño.

- Iré a buscarlo.- Evan asintió y la beso. Nunca se saciaria de era mujer.

-Vale. Pero no tardes, luego picaremos la torta.

La muchacha plantó un beso en los labios del hombre y se dio media vuelta. Encontró a su padre hablando por teléfono, se le veía pálido.

-Papá...- Soltó preocupada.  Roberto le hizo señas de que esperará.

-Encargarte de eso.- Dijo y colgó. -  Kalyla tenemos que hablar. Pero será después de la fiesta.

Después de que su padre dijo eso,  no paraba de pensar, ¿qué habrá pasado?. Tan pronto como la pequeña reunión terminó y todos se fueron, Kalyla se reunió con su padre y Evan en la oficina de este último.

-Muy bien Roberto, ¿que pasó?.- Soltó igual de preocupado Evan. Pensaba en lo peor, Simone se escapó...

- Es sobre Karla.

-¿Le paso algo?.- Kalyla preguntó .

-Karla se suicidó. - La muchacha presente soltó un jadeo mareada. No, no, no. ¿Porqué?. Sus piernas flaquearon y si no hubiese sido por Evan que la tomó por la cintura ya estaría en el piso. Empezó a llorar, a llorar con fuerza, no le importaba que su padre y Evan la vieran, su madre se murió...

-¿Cómo pasó?.- deseo saber Evan levantando a su pequeña y sentandola en el sofá.

-Una sobredosis.- Contó Roberto. - Eran calmantes, no se sabe como las obtuvo. Dijeron que a ella no se las daban.

-Mi madre...- Gimió Kalyla destrozada. La amaba, a pesar de todo el dolor que le causó, la amaba.

-Sh. - Su amado la rodeó y empezó  a acariciale el pelo para tratar de calmarla, la chica temblaba. Eso lo estaba matando, no le gustaba verla así.- Todo estará bien, pequeña.

-Se murió...- La muchacha lo miró. El rostro de ella estaba empapado de lágrimas. -Se murió...- Seguía repitiendo.

Roberto estaba tieso, sólo miraba a su hija. Esa asquerosa mujer no hacía más que hacerle daño a esa pobre muchacha.

kalylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora