Extra.

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Algunos años después.

Kalyla había encontrado todo aquello cuanto soñó. Una verdadera familia. Encontró un padre ejemplar, verdaderas amigas, un admirable esposo y un hermoso hijo. ¿Qué más podía pedir?. Una madre, una madre de verdad. Karla llevaba años en prisión y se había negado rotundamente a ver a su única hija, aún cuando fue está misma quien pidió verla, su madre no lo aceptó. Kalyla quería verla, saber realmente el porque su rechazo, sabía que su madre había mencionado algo así de que le tenía envidia, pero ella no lo aceptaba, ¿será que la envidia cega a tal punto de volverse cruel?, ¡carajo era su hija!. Kalyla se juró, desde el mismo momento que vio a Jimmy con esa bonita sonrisa, no ser igual que Su madre, le daría todo el cariño que nunca tuvo a ese bebé, que no salió de su vientre, pero que amaba como si lo hubiese echo.

-¡Jim, Evan!.- Vociferó desde la cocina, la cena estaba lista. Era hora de comer y ese era el momento favorito del niño.

En la lejanía escuchó sus pasos bajando por la escalera, también escuchó sus risas. Sonrió negando. Evan amaba a ese pequeño.

-¡Ya vamos, pequeña!.- Gritó de vuelta el muchacho que alumbraba los días de la joven Kalyla.

Tan pronto como dijo eso. Los dos aparecieron por el umbral de la puerta de la cocina.

-Pon esto en la mesa.- Demandó Kalyla pasandole un bol con ensalada.

Con el pasar de los años, ganó confianza y seguridad, ella tenía la certeza de que ese colosal hombre nunca le tocaría ni un cabello. Y era cierto,  Evan la amaba y nunca, nunca se le ocurriría hacerle daño a esa pequeña que ponía su mundo de cabezas.

-Por supuesto.- Evan le guiño un ojo y tomó el bol para llevarlo a la otra habitación donde estaba el comedor.

-Yo también quiero ayudar mami.- Sonrió y tomó los cubiertos.

-Primero dame mi beso.- Se puso de cuclillas y el chiquillo beso su mejilla izquierda.- En la otra.- Kalyla señaló su otra mejilla. El pequeño tomó su rostro entre sus manitos y le beso la otra mejilla. Kalyla le tendió los cubiertos satisfecha. - Entregaselos a papá. - El pequeño asintió y caminó hasta su padre donde este lo tomó en brazos y beso sus regordetes cachetes.

-¡Yaaaaaaa!.- Chillaba Jimmy mientras se removia cuán pez fuera de agua en los brazos de Evan.

-¡Yo también quiero besos!.- Contestó Evan riendo.

-Muy Bien, es hora de comer.- Soltó la joven parandose frente a ellos.

-Falta la abuela mami.

-¿Amanda viene?.

-Si. Olvide decírtelo pequeña.- Aseveró él. Kalyla sonrió, a pesar de los años Evan aún seguía llamándola así. Le encantaba.

-No hay problema. Iré por otro plato.- La muchacha se dio media vuelta y regreso con otro plato. En ese momento el timbre sonó. - Yo abro.

Salió del comedor y anduvo hasta la sala principal y de allí a la puerta. Abrió.

-¡Hola!.- Amanda la envolvió en un cálido abrazo. Fue allí cuando se dio cuenta de algo. Si tenía una madre, Amanda lo era.

-¡Hola!.- Kalyla se dejó abrazar. Quería mucho a esa anciana.

-¿Dónde está mi nieto?.

-Aquí.- Evan llegó hasta ellos. Amanda negó.

-No hablo de ti.- Soltó la abuela.

-¡Aquí estoy!.- Chilló Jimmy pasando a la habitación y corriendo hasta llegar a Amanda y abrazarles las piernas.

-Hablaba de él. - Apuntó la anciana tomando en brazos al pequeño. Evan negó mientras sonreía, para después acercarse a Kalyla y rodear su cintura.

-Tu si me quieres, ¿verdad?.- Evan le hizo puchero. Kalyla se derritio de amor. Asintió sonriendo y beso la mejilla del hombre que amaba.

-Si.- Evan tomó el rostro de la muchacha y plantó un beso en los labios de ella.

-Bien, bien, tengo hambre.- Soltó Amanda. Evan plantó otro besito en los labios de su mujer y se separó de ella.

-Yo también. - Susurró mirandola con lujuria. Kalyla sintió Como la sangre subía a sus mejillas. Fulminó a Evan con la mirada.

-Ho-hora de comer.- Titubeo alejándose de él, de pronto tenía mucho calor y se sentía sofocada.

Todos caminaron hasta el comedor y comieron entre charlas y risas.

Más tarde cuando quedaron solos y él pequeño Jimmy estaba dormido, aprovecharon la noche, tomandola entre sus brazos Evan la llevo a la cama. La besaba con deseo, pasión y sobre todo amor. La ropa pronto desapareció. Sus suspiros, jadeos, gemidos y algunos gruñidos eran los único sonido que se escuchaban, más tarde se sumó el sonido de sus cuerpos al chocar entre si. Con sus cuerpos bañados en sudor y algunas palabras obscenas lograron llegar al orgasmo. Kalyla gimio cerrando sus ojos mientras sentía su vientre contraerse y la piernas temblar, absorbió el placer que le proporcionaba aquel hombre. Evan por su lado la observó, le encantaba ver los gesto que hacía, los ojitos cerrados, los labios entre abiertos y los cabellos revuelto y algunos pegados en su rostro por causa del sudor. Sonrió, salió de su interior, causando que la no tan inocente Kalyla soltara un jadeo y se acostó a su lado.

-Te amo, Kalyla.

-Te amo, Evan.- Susurro la muchacha aún consumida en el placer que acababa de obtener.  Siempre había sido así, le encanta hacer el amor con Evan. Sentía que con cada vez que Evan la hacia suya, contrarrestaba las muchas veces que Simone la tomó a la fuerza.


¡Hola!, ¿como estan?.

He aquí el primer extra, espero que les guste. A mi me encantó escribirlo. Admito que extrañaba a estos dos, ¿notaron la nueva actitud de la pequeña Kalyla?, ahora es más segura. Uh uh, faltan más extras. ¿Les gustaría que fuera narrado por Evan? ó ¿por Kalyla?, ¡DEJENLO EN LOS COMENTARIOS!, en serio diganmelo, me gustan sus comentarios.  No olviden votar y comentar. 🙋😘😍

kalylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora