Clases.

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Se despertó sudorosa, miro el reloj: cuatro de la mañana. Pronto tendría que levantarse y no había dormido bien. Suspiro, siempre el mismo sueño; diez años desde que la desvirgo y su cerebro se empeñaba en recordarse lo siempre. Miro el techo de su cuarto todo estaba a penumbras sin embargo no sentía miedo. No temía a la oscuridad, pues descubrió que esta era su aliada, nadie la veía a oscuras. Dio vueltas en la cama; quería que amaneciera ya. Gruño y se levanto camino al baño y se observo en el espejo. El espejo le mostró una versión de ella llena de moretones. El brillo que antes estaba en su mirada amentolada simplemente desapareció.

Entro a la regadera y lavo su cuerpo fregandolo con la esponja de baño, queriendo borrar cada caricia, cada beso de ese asqueroso hombre. Pero era imposible. Él estaba no solo en su cuerpo sino también en su mente; no de la buena manera, odiaba a ese hombre como nada en la vida. Sacudió la cabeza.

Deja el tema ya Kalyla.
Se dijo mentalmente.

Salio del baño su pequeño cuerpo cubierto por la toalla. Su cabello humedo le llegaba hasta la cadera. Tomo otra toalla y seco su cabello. Tapo sus moretones con base pues estos estaban muy marcados. Sin embargo con el pasar del tiempo aprendió a cubrirlos muy bien. Luego busco ropa, ropa cómoda para la escuela: una blusa beige y unos pantalones ya desgastado junto con sus tenis negras. Peino su cabello y recogió su mochila que se encontraba en la orilla de la cama.

Suspirando salio del cuarto, bajo lentamente las escalera, camino hasta la cocina. Su madre y Simone ya desayunaban sin ella. Pero no le importo nunca la esperaban de igual forma. Colocando la mochila en la espalda de la silla se sentó. Cogió una tostada con mantequilla y se la llevo a la boca. Su madre no la miraba. Su padrastro si lo hacia. Asco, lujuria era lo que reflejaba la miraba del hombre. Entonces su madre la miro. Un moretón en el cuello y un ojo hinchado, adornaban la cara de la mujer. No dijo nada. Ya estaba acostumbrada de ver a Karla así. Sin decir una sola palabra se levantó y tomando su bolso salio de la casa. Camino hasta la parada de autobuses y espero.

Cinco minutos pasaron y entonces el transporte público llegó. Entro y se ubico en el ultimo asiento. Todos la miraban y ella no entendía porque.

¿Acaso tengo algo en la cara?

Claro que si. Los moretones le adornaban su carita. Sin embargo estos estaban cubiertos...¿Entonces, que le miraban?

... Llego a la escuela, sola como siempre, nadie se le acercaba; nadie le hablaba. Pero a ella...no le importaba; pues aprendió a vivir en la muchedumbre en la soledad. Camino por los pasillo rumbo a su primera clase del día: Arte, su favorita. Entro al aula era la primera sin embargo ya su profesor estaba ahi. Era nuevo porque no lo había visto antes. Quizás veinticinco o veintisiete tenia el hombre era joven, de piel morena y ojos mieles, cálidos pensó la joven. Su cabello revuelto, castaño, y labios fino.

Negó con la cabeza y se ubico en su puesto: el ultimo en la esquina de la derecha del salón.

- Buenos dias, señorita- Murmuro el hombre mirando la, ella solo asintió. 

Entonces el timbre sono y el salón se lleno. Uno a uno los estudiantes fueron llenando en aula.

Él hombre carraspeo llamando la atención de los estudiantes.

-Muy buenos dias- comenzó diciendo, la clase que estaba en murmullos se silencio. Él profesor sonrio- Mi nombre es Evan Sanders y soy vuestro profesor nuevo de Arte. Y estaré con ustedes lo que resta del año, ya que el antiguo profesor no vendrá más.

Toda la clase asintió y no preguntaron el motivo del porque el profesor Jefferson no vendría mas. Pero era mejor ese profesor era un grano en el trasero.

Entonces Sofia levanto la mano. Kalyla Rodo los ojos negando.

-¿Si?

-¿Cual es su edad?- El profe ladeo la cabeza.

-Creo que eso no es de su importancia, señorita.

La chica Sonrio pues era la primera vez que alguien le mandaba a callar la boca indirectamente. Sofia era como en toda las escuela, la que se creía popular. Y la misma era la que le hacia la vida imposible.

Sofia bufo pero se callo.

-Muy bien. Donde iba, cada quien se va a levantar y dirá su nombre y demás.
 
Uno por uno se fue levantando y presentando se. Kalyla solo espero callada a que llegara su turno,fue la última. se levanto cuando llego su momento

-Mi nombre es...

-¡oh todos sabemos quien eres, mugrienta!!- Sofia chillo. Y toda la clase exploto en risas. Kalyla bajo la mirada e iba a sentarse. Quería gritar, golpear algo.

-¡Señorita Harrison fuera de mi clase!- excamo el hombre molesto con la chica, la nombrada lo miro sorprendida. miro a la joven Kalyla, la fulmino con la mirada y salio furiosa. Sabia que Sofia le haría algo lo vio en su mirada.

-Siga.- el profesor señaló a la chica, esta se levanto suspirando.

-Soy Kalyla Steele, tengo 17 años. - su cabello cubría su rostro pues su mirada estaba caída. No quería ver que todos la observaban.

Evan ladeo la cabeza curioso, no solo de que no le daba la cara sino que no respondió a la ofensa de Harrison. Negó frunciendo el ceño.

-Muy bien. Quiero que dibujen algo de su infancia algo que los halla marcado- la joven, miro a su nuevo profesor ¿Algo que la halla marcado?, ¿Como iba a mostrar en un dibujo algo que marco su infancia?.

El hombre noto su mirada, pero no dijo o hizo nada.

Kalyla observo su dibujo: un vestido, un vestido manchado de sangre. Era lo que estaba dibujado en el papel. Era buena dibujando y lo sabia. así que el dibujo quedo casi perfecto. Casi, porque nada es perfecto. El timbre sono anunciando que la clase de arte había terminado. Lentamente se levanto de su pupitre y entrego su dibujo se marcho.

Evan observo el papel, fruncio el ceño sin comprender. ¿Un vestido manchado? ¿Que significa eso? Volvió la mirada hacia la joven, iba saliendo.

Miro nuevamente el dibujo. Y suspiro confundido.

Matemática. Esa clase si que la odiaba. No entendía nunca nada; aunque igual no se empeñaba en comprender. Durante toda la hora no miro ni un segundo el pizarrón. Tenía sueño, esta cansada.

Salio del aula directo al comedor. A paso lento. Cuando de pronto sintió un fuerte empujón que la estampo en la pared. Gimio de dolor, se había golpeado el brazo.

Alzo su mirada verdosa encontrando se con la mirada furiosa de Sofia Harrison.

-¿Crees que ibas a salirte con la tuya?- gruño la rubia. Kalyla negó.

-Yo...yo lo siento- su mirada postrada en el piso, sumisa.

-Eres una perra mugrienta- escupio la rubia tomando la del pelo.

Nadie iba a detener a Sofia lo sabía era la hija del  director todos le temian.

-Porfavor...suel-eltame- la rubia rio a carcajadas.

-Tu no me mandas.- clavo su mano en la mejilla de Kalyla. Esta solo cerro los ojos absorbiendo el golpe.

Y soltandola se fue.

Kalyla corrió al baño y lloro, lloro porque ya no quería sentir, ya no quería vivir

kalylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora