Capítulo 5

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Llevo exactamente dos horas dando vueltas en la cama, usando mis inexistentes poderes mentales para comunicarme con Morfeo para que me ayude a dormir solo unas horas más. Pero ahora mas que nada quiero tener el poder de teletransportarme a donde quiera, y aparecer justo delante de él y patearle el trasero por no ayudarme con lo que le pido. ¿Qué tan difícil puede ser hacer su trabajo? Es el Dios del sueño, tampoco es como si la gente le pidiera que les aparezca un auto de la nada. No, tan solo es hacer dormir a las personas. Mi cuerpo necesita unas horas mas de sueño, y si no las tengo, tendré ese mal humor todo el día.

Pataleo por un momento en mi cama cuando me resigno a que no podré volver a conciliar el sueño. Los ruidos en la parte de abajo de la casa comienzan a escucharse, por lo que definitivamente ya no voy volver a dormir. Mamá debe de estar preparando el almuerzo. Y es que en casa los domingos todos nos levantamos tarde, así que nos salteamos el desayuno, y vamos directamente por el almuerzo y postre. El genial.

Sin mirar, tanteo en mi mesa de luz mi teléfono, y maldigo en un susurro cuando lo enciendo y el brillo fuerte de la pantalla lastima mis ojos en la oscuridad de la habitación. Siempre olvido bajar el  brillo la noche anterior, y siempre me pasa lo mismo. 

Son las 11:20, y por un momento agradezco haber tomado una ducha la noche anterior antes de irme a dormir, por que ahora mismo no tengo ganas de tomar una. Con pereza me levanto de la cama y me envuelvo en la bata de seda rojo vino por la que tanto molesté, y que un día mi preciosa abuela Jenna me compró en uno de sus viajes a Italia. Amo a la abuela Jenna, por que siempre me consiente, y siempre es con la comida— que a ella le sale de maravilla, debo admitir —.

Después de cepillar mis dientes, bajo las escaleras como un zoombie. Enserio, debo convencer a papá para que ponga unas escaleras eléctricas, o una de esas sillas para anciano que van pegadas a la baranda, y lo único que tienes que hacer es apoyar el trasero y la tecnología hace todo el trabajo.

La cocina parece un campo de batallas, hay harina, sartenes, y otros productos y utensilios regados por toda la habitación. Mi madre corre de un lado al otro poniendo cosas en recipientes, sacando verduras de la heladera y mezclando. Observo la situación desde el marco de la puerta, y no puedo evitar reír un poco cuando veo que papá está sentado en el desayunador tratando de picar no sé que cosa en una tabla. Está tan concentrado, que tiene el ceño fruncido y la boca abierta, y por un momento temo por sus dedos, por que pasa el cuchillo muy cerca de ellos.

Mi risa capta su atención, y desvía su mirada inmediatamente del trabajo que está haciendo.

— Despertó la bella durmiente — bromea con una sonrisa en el rostro.

— Sí, me despertaron ustedes — los señalo con el dedo.

Por supuesto que bromeo, y me esfuerzo en hacer que mi tono sea el más divertido, por que lo más seguro era que si mamá malinterpreta mis palabras, me lanzaría uno de los tantos objetos que está manipulando en estos momentos.

THE F*CKBOY  [BOY 1] (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora