Capítulo 1

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 Ah, sí, hoy es el primer día del último en preparatoria. Sí, con las ansias de todo el mundo lo digo, y por favor; mi sarcasmo amaneció con el mismo humor que yo. 

Muchos adolescentes esperan con ansias el día en el que por fin comienza el final de la tortura, yo también, pero no me tienen que hablar de eso cuando son las 6:30 A.M y  por más que quise acostarme temprano, no pude.

Puedo  escuchar a mis hermanos gritar con todas sus fuerzas un "es mi tocino, y mi jugo de naranjas", y las persianas de mi habitación están  abiertas porque creo haber estado  demasiado embobada en otra cosa como para cerrarlas la noche anterior, no ayudan a que mi mal humor quiera tomarse un descanso esta mañana. Y con otra cosa me refiero a contestar mensajes hasta que el reloj diera muy tarde. Sé  que es muy temprano, porque puse el despertador a esa hora para poder darme una ducha y tener tiempo para quedarme bajo el agua un momento. Con todo el cansancio e insultos posibles, me levanto para ir al baño y tratar de espabilarme un poco y poder  comenzar bien el día, cosa que sólo sucede muy pocas veces si duermo tan poco.

Cuando termino todo y ya estoy  vestida y presentable -y con presentable me refiero a que por lo menos no parece que dormí mucho menos de lo que debería- , bajo a la cocina para poder desayunar antes de ir a la escuela. Papá está sentado con su café y periódico en mano, como todas las mañanas, mientras que mamá trata de hacer que Mike y Johana, no se maten por una cuchara. Lo normal desde que ése par de pulgas nacieron hace unos años.

— ¡Ya basta! Si tiran algo más de ésta mesa, no los llevaré más al parque. Y tu Mike, te quedas sin práctica de soccer, y tu Johana, sin práctica de ballet — grita ya cansada mi madre. Vaya, los amenazó con dos cosas, una de las que le gusta a cada uno, y el parque, debilidad de ambos. Táctica  infalible si uno quiere llamar la atención de ese par. 

Es su forma de hacerles saber que depende de los dos el estar castigado.

Mike y Johana son mellizos de ocho años, y están en esa estúpida edad donde — a pesar de que hacen todo juntos —compiten por  todo lo que sus ojos ven. Por ejemplo, la semana pasada se les ocurrió pelear por la flor rara que mamá había traído de no sé donde y que tanto le había costado hacer que crezca, y terminaron cortándola y por supuestos castigados  gracias a eso. Creo que nunca vi a mamá tan enojada como esa vez. Solo tomó una profunda respiración y con mucha calma le dijo a papá que se haga cargo si no quería hacer un viaje  hasta el hospital porque en cualquier momento le daría un ataque al corazón.

—Buenos días a todos — saludo sirviendo algo de café para mi y tratando de pasar por alto la escandalosa escena protagonizada por mis hermanos.

— Hola preciosa — saluda papá dejando a un lado su tan preciado periódico. No importa si ya sabía lo que aparecería en las portadas, o que un portal se lo haya adelantado por Internet, él debía leer ése papel en las mañanas o no estaría siendo él mismo.

THE F*CKBOY  [BOY 1] (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora