Kieran Johnson es todo lo que Allissa probó y juró dejar atrás: egocéntrico, casanova y por sobre todo; un chico que sabe como conseguir lo que quiere. Pero todo cambia cuando unos años más tarde se encuentra con que ese mismo chico al cual juró con...
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El lavado de autos fue un éxito total. Recaudamos un montón de dinero, mucho para ser la primera vez que lo hacemos, pero en definitiva consideramos el planear una nueva fecha dentro de poco, aunque debemos tener más ideas y proyectos, esa fue la condición que nos puso el director para dejarnos hacer todo esto de la recaudación de fondos.
Estoy cansada, muy cansada, exhausta si tengo que ser sincera. Mis pies duelen un poco, y tengo las manos asperas a causa de todo el jabón que usamos para lavar los autos. Y ni hablar de mi cabello, que gracias a la pequeña lucha de agua que tuve con Kieran, ahora está algo rizado, con las ondas que tanto me había esmerado en que parezcan naturales, ahora se notan que son a causa de que dejé secar mi cabello al natural, y que no lo peiné. Pero no queda tan mal, aun que por preferencia no lo usaría tan así.
Me tomé el trabajo de sacar mi remera del balde con agua donde la había dejado Sana, y la puse al sol una hora antes de que nos tengamos que ir. Ni en mis más remotos sueños me atrevería a llegar a casa sin una remera, cuando me fui de ella usando una. Mamá y papá no llegan a esta hora a casa, pero hay veces en las que salen temprano, y no me arriesgaría a eso, por que la excusa de que Sana me arrojó jugo de uva, y luego la tiró a un balde de agua, no ayudaría mucho.
Lamentablemente - y por "lamentable" quiero decir mentira -, no pude deshacerme de mis amigos; por que ahora tengo a John, Sana, Tiana, Matt, Kieran y Mandy siguiendome es otros autos hasta mi casa. Según John; por que era la única que podía decir que tiene la casa sola en estos momentos, y que solo allí podríamos estar sin que nadie critique la cantidad de personas, pero yo solo sé -es más, estoy segura- que solo lo dijo por que en realidad en mi casa puede asaltar el refrigerador sin ser reprendido por dicha acción.
Siempre lo hace, pero lo dejo por que lo quiero, y por que yo hago lo mismo en su casa.
Cuando llegamos a casa, Bubba nos recibe contentos entre saltos y lamidas, cosa que me da a entender que todo su entusiasmo es debido a que no hay nadie en casa. Soy conciente de que todos tenemos la pinta de haber estado trabajando, y que por lo menos John parece haber sudado su vida entera, así que los conduzco hacia el jardín, para que se sienten en los allí y luego no tener que escuchar a mamá decir que hay migas en el piso.
Le digo a Sana que en el refrigerador hay jugo y refrescos, y también que ya sabe donde hay papas fritas y eso. Ella sale directo a la cocina a buscar las cosas junto a Mandy, mientras que yo voy escaleras arriba rumbo a mi habitación para ponerme otra remera. A pesar de que la había puesto al sol, ésta seguía un poco húmeda, y lo menos que necesito es pescar algo por andar con la ropa mojada, por más que sólo sea un poco. Bubba me sigue, y se apresura a subir a mi cama como puede y acostarse para esperar por mí.
Ya se ha vuelto una costumbre. Me sigue a todos lados, y aunque sea algo molesto por tener que chocarlo, es gracioso a la vez. Según papá, lo enviará conmigo a la universidad, por que si lo entrena un poco más, podrá ser capaz de cuidarme mientras esté allí, y de paso que ningún chico se acerque. Él asegura que hasta que me tenga que ir, Bubba podrá oler sin problema alguno las malas intenciones de los muchachos.