Sábado 9 de Diciembre de 2017El sol brilla, los pájaros cantan, y la vida es bella.
¿Por qué? Por que hoy es el día de mi cumpleaños número dieciocho.
El día había empezado genial. Mamá, papá y los mellizos me habían despertado junto a sus bellos aunque desafinados cantos y un enorme pastel de chocolate de dos pisos rodeado — y cuando digo rodeado, de verdad digo RODEADO — de chocolate. Me había emocionado hasta las lágrimas al verlos, y no sólo por el hecho de que me habían despertado con pastel para el desayuno, si no que mamá me había dado un discurso sobre cuanta alegría había traido a sus vidas el día en el que nací, y aunque papá trataba de hacerse el duro, antes de salir de la habitación para dajar que me cambiara; no pudo evitar darme un gran abrazo y decirme al oído de que siempre sería su pequeña reina. Eso sí que terminó de emocionarme. Yo había sido su primera hija, y por más de que ahora Johana aparezca en el mapa, la primera niña había sido yo, y por mucho tiempo.
Digamos que fui la consentida — y en algún punto lo seguía siendo si se trataba de él — por mucho tiempo, y la relación que tenía con papá no la cambiaría por nada en el mundo. A pesar de los años, él seguiría siendo mi papi, y yo la pequeña niña que lo mantenía despierto toda la noche a un costado de la cuna por no querer soltar su mano mientras dormía.
¿Johana y Mike? Bueno, ellos me dieron un regalo muy a su estilo: entre muchos gritos y revuelo. Aunque no me había quejado para nada y con mucho gusto recibí sus abrazos junto al chocolate con avellanas que habían comprado con los dólares que recibieron en éste último tiempo. ¿Lo más tierno? Que prometieron no molestar por todo el día sólo por ser mi cumpleaños.
Un gran esfuerzo para ellos.
Mamá y papá me dieron un nuevo iPhone , cosa que recibí gustosa ya que el mío estaba un poco gastado y hace unas semanas Mike lo había arrojado — no a propósito, vale aclarar — al suelo desde el piso de arriba cuando pisó mal un escalón y resbaló. Aunque me dolió ver la pantalla rota, agradecí que haya sido el teléfono y no mi hermano, digo, al celular lo cambio, no puedo pedir un Mike nuevo a la fábrica.
Por otro lado la tía Becca le dio a mamá el fin de semana que fuimos a su casa mi regalo: un set de maquillaje junto a sus brochas de esos que sólo la tía Becca podría pensar en regalar y no quedárselo ella. Lo amé, totalmente lo amé. No me alcanzaron los gritos cuando la llamé luego para agradecerle.
Hablando de llamadas, mi teléfono no había parado de sonar, y aunque sea mi cumpleaños y todos quieran saludarme, por un momento pensé en apagar el celular. Pero no podía hacer eso, debía ser agradecida por tener a tanta gente que me tenga presente en sus vidas y acordado y tomado el tiempo de llamar y desearme un feliz cumpleaños.
Mamá había preparado un gran almuerzo para festejar, y es que no todos los días cumplía dieciocho años su hija mayor, por eso con más razón se había esmerado en preparar todo a lo grande, pese a que sólo seríamos nosotros cinco y Sana, que ella... bueno, ella se cuela en todos lados sin ser invitada. Pero de igual forma la quiero mucho. La mesa estaba puesta, y en medio descansaba un humeante recipiente con carne, papas al horno y mi querida y amada salsa de champiñones con por supuesto, champiñones enteros. Eso olía demasiado bien, y casi busco un trapo para secar el piso, por que hasta que mamá me sirvió, se me hacía agua la boca.
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THE F*CKBOY [BOY 1] (En edición)
Teen FictionKieran Johnson es todo lo que Allissa probó y juró dejar atrás: egocéntrico, casanova y por sobre todo; un chico que sabe como conseguir lo que quiere. Pero todo cambia cuando unos años más tarde se encuentra con que ese mismo chico al cual juró con...