Kieran Johnson es todo lo que Allissa probó y juró dejar atrás: egocéntrico, casanova y por sobre todo; un chico que sabe como conseguir lo que quiere. Pero todo cambia cuando unos años más tarde se encuentra con que ese mismo chico al cual juró con...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Camino con Sana por el centro comercial de Los Ángeles, recorriendo cada local que pasamos buscando un regalo para su abuela. Es un tanto difícil, puesto a que la mujer era algo clásica, y casi todo lo que encontramos en esa categoría es: o muy feo, o muy costoso para costear con el dinero de dos mesadas de Sana. Tendrían que haber sido cuatro, pero la niña gastó dos en un par de blusas que encontró en una tienda. Sí, ella no se lleva muy bien con eso de tener dinero en mano y que haya "ropa que le habla y le ruegue por que la lleve a casa".
"No puedo contra ellos" me respondió cuando traté de persuadirla por no malgastar el dinero y que siguiéramos el plan. Pero ella ya se encontraba hablando con el maniquí de al lado.
Llevamos por lo menos unas dos horas caminando sin parar — no voy a mentir, nos vimos obligabas a parar y probarnos un par de cosas en tiendas que nos gustaban —, y el regalo de la abuela Lissy parece ser una búsqueda del tesoro. Un par de aretes en una tienda de joyería que no parece demasiado cara llamó mi atención. Llamo a Sana y entramos para verlos bien. El vendedor los saca lo que le indicamos para mostrárnoslo, y yo simplemente me enamoré de ellos. Son colgantes, ni tan largos no tan cortos, en la parte de arriba — la que va prendida a la oreja — va una pequeña perla blanca, y a lo largo pequeños diamantes que caen hasta terminar al rededor de otra perla un poco más grande.
Sana por supuesto se enamoró del precio, y aún más al darse cuenta que le queda algo de dinero con el que fácilmente podría utilizar en comida para alimentar a la selva que se oye en su estómago. No duda ni dos segundos en sacar el dinero correspondiente al precio de la joya y comprar el par de aretes. Envidio un poco a la abuela Lissy por su regalo, pero esa mujer me ama, así que estoy segura que si se los pido algún día, no dudará en prestármelos.
Salimos de la tienda felices por no tener que entrar a otro lugar — al menos no para buscar el regalo de la nana —, y mi amiga propone que vayamos a Sweet Tentation, que no, no es una marca de lencería; si no un bar dónde puedes ir a desayunar o simplemente tomar un café a cualquier hora de día. Pero se especializa en los pasteles, y para nuestra fortuna, tienen una sucursal en éste centro comercial. Así que con las bolsas que compramos para nosotras, e incluyendo el regalo de la abuela Lissy, caminamos hasta el local.
El lugar está que desborda de gente que está sentada, y otro comprando, pero debo darle unas palmadas de felicitación a Sana que en un momento me arrastró hacia una mesa que estaba ocupada segundos antes, pero que gracias a su rapidez logramos llegar nosotras en el momento justo en el que se iban. Un chico algo alto y con linda sonrisa se acerca a nosotras para pedir nuestra orden.
— Buenas tardes, soy Owen. ¿Saben ya que pedirán? O prefieren la carta — nos dice sacando una pequeña libreta del bolsillo de su negro delantal.
— Sí, yo quiero una porción de cheesecake de frutos rojos, y para una porción de erupción de chocolate. También dos cappuccinos medianos, por favor — le responde Sana sin siquiera mirar la carta.