Capítulo 13

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Cuando uno habla de Los Ángeles normalmente se imagina a los famosos, la playa y el sol entre otras tantas cosas

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Cuando uno habla de Los Ángeles normalmente se imagina a los famosos, la playa y el sol entre otras tantas cosas. Sí, había sol la mayor parte del año, sin importar la estación en la que estemos, pero había días en los que las nubes teñian el cielo de gris y  un poco de frío comenzaba a notarse. Días como el de hoy.

Yo amo los días grises y fríos, pero no éste día en particular. ¿Por qué? Por que cuando el día se encontraba así  me gustaba aprovechar el dulce momento de satisfacción de poder taparme hasta la nariz sin sentir nada de calor, y dormir en la comodidad de mi cama sin preocupación alguna. Pero éste magnífico día había decidido hacer aparición  cuando había que ira la escuela, y por ende yo no podría dormir, por que tengo que adelantar tarea. Genial, ¿no?

Hace unos días el clima era puro sol y brisa fresca, ahora era todo lo contrario. Era normal, por que a pesar de que predomine un clima algo sub tropical, cuando el invierno llegaba, la temperatura solía bajar un poco de vez en cuando. Pero cuando menos te dabas cuenta, ¡BAM! 26° a la vista.

Mi día había empezado con un delicioso desayuno que mamá había preparado con mucho esmero gracias a su aniversario de noviazgo con papá. Ellos festejan no sólo su aniversario de bodas, si no también cuando comenzó su historia amorosa en preparatoria, cuando se pusieron de novios. A mi me parecían muchos aniversarios para recordar, pero si para ellos estaba bien y yo podía comer de su "comida especial", estaba todo más que bien.

Es miércoles y se supone que tengo que estar en la escuela, pero para mi hermosa suerte  — que no era tan buena — el director había llamado a reunión docente con urgencia para tratar temas sobre las instalaciones. No tenía idea sobre que se trataba, pero estaba bien para mí.

17:30 marcaba el reloj de mi escritorio. Habían pasado dos horas desde que me había sentado frente a mi laptop a terminar un ensayo que el profesor de filosofía tan amablemente nos había dejado cuando se enteró que no podría dictar su clase culpa de la insesperada reunión. A mi criterio Sócrates, Platón  y la mayeutica podían esperar unos días más para captar mi atención y tomar mi tiempo de descanso. Pero mi entrada a Columbia dependía de materias como ésta, así que no podía darme el gusto de resoplar a menos que lo haga mientras mis dedos se muevan para seguir escribiendo. Llevaba haciendo ambas cosas desde hace mucho tiempo, así que había tenido práctica en el tema.

Columbia. Un tema que me tenía con los nervios de punta.

Algunas universidades ya habían comenzado a analizar las cartas de los solicitantes, mientras que otras empezaban a en un par de semanas. Pero para la gente tan insoportablemente ansiosa como yo, la espera era una tortura.

Más que la espera, era el miedo que tenía por el que dirá ese sobre el día que lo reciba.  A pesar de que siempre tuve en claro mis objetivo,  el lugar donde quería estudiar y que básicamente  trabajé en mis calificaciones desde que entré a la escuela, nada me podía garantizar que haya otra persona que tuviera mejores calificaciones que yo. Pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde, ¿no?

THE F*CKBOY  [BOY 1] (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora