5. CONOCIÉNDOTE

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CAPITULO EDITADO

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CONOCIÉNDOTE

Sally se acercó a él, sin pena, pero con mucha ferocidad. Ethan la miraba con esos ojos grises devorándola lentamente y tragando el nudo en la garganta. Ella le besó la nariz de forma rápida y luego se marchó a la cocina, antes tomó una vela y la llevó con ella.

—¿Quieres tomar algo?—le gritó desde la cocina.

—Agua.

Sally sirvió los vasos y salió de ahí. Él la miraba pensativo, se preguntaba qué tramaba la chica. Tomó el vaso y dudó en tomar.

—¡Que no está envenenado! Solo es agua. Tranquilo, no te puse rufis ni nada.

—¿Dime tu edad?

—Veintiuno. Te dije que no había de qué preocuparse.

—¿Por qué no me dijiste que vivías aquí?

—Pensé que no nos volveríamos a ver. Pensé que solo serías de una noche.—admitió ella.

—Lamento haberte decepcionado. Pero algo me dice que me vas a tener para rato.—respondió frustrado.

Sally le sonrió dulcemente.

—¿Qué tanto quieres tus cosas de vuelta Ethan?—preguntó ella coqueta. Se descubrió el hombro derecho y mostró su lindo brazier de encaje. Su piel brillaba y se miraba tan suave y cálida, tan perfecta. Ethan quiso besarle esos hombros, esa espalda. Quería arrancarle ese brazier. Ella Se levantó lentamente y caminó hacia su cuarto incitándolo, calentándolo.

Él como un león hambriento, se levantó como si fuera a devorar a su presa. Ella abrió su puerta y se sentó en su cama quitándose la bata lentamente sensual. Ethan con la boca abierta de lo hermosa que se miraba, se aclaró la garganta.

Su cuarto estaba iluminado por velas y la podía ver muy bien, esa diminuta cintura y esas grandes caderas. El brazier de encaje le resaltaba esos senos deliciosos tan suaves que él ya había probado. Esas piernas largas y suaves que moría por besar. Era una diosa, y ambos lo sabían.

—¿Te gusta lo que ves?—preguntó ella con el mismo modo de perversión que había usado Ethan hace unos días. Pasó su cabello atrás de sus hombros.

Ethan no lo pensó dos veces. Avanzó hacia ella y le devoró los labios. La recostó en la cama mientras se besaban con necesidad, con hambre. Los dedos de Sally se pasaban sobre los cabellos de Ethan, se besaban como si fueran uno, como si se amaran o como si fueran conocidos.

Ethan empezó a besarle el cuello, la clavícula, los hombros. Los besaba con ternura, con delicadeza hasta llegar a los senos.

—Ethan—gimió la chica. Estando sometida a él, con las piernas abrazándolo y sintiendo ese falo desnudo sobre sus piernas, Ethan dirigió sus labios hacía las costillas de la chica y ésta empezó a reír.

—Ajá... ya encontré tu parte sensible—dijo él con la voz ronca—Veré si encuentro otra.

Sally no lo permitió, con un brusco movimiento salió debajo de él. Se paró justo enfrente de él.

—¿Y ahora qué?—preguntó Ethan serio.

—No quiero volver acostarme contigo—le dijo ella viéndolo acostado desnudo en su cama. Le recorrió con los ojos los abdominales que tenían chupetones por ciertos lados, que ella misma había dejado marcados y luego bajó la mirada para ver una maraña de vello negro en su vientre bajo y en la entrada al caminito de su pene. El cuál este apuntaba para el techo. Era tan excitante para Sally tenerlo en esa posición.

Nosotros Es Igual A NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora