20. EL REGRESO DE SUSAN

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CAPITULO EDITADO

 Maratón 2/3

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EL REGRESO DE SUSAN


Ambos caminaban tomados de la mano bien bañados y contentos. Se habían dado una corta ducha, tan corta que no pudieron hacer el amor en la ducha. Triste, lo sé pero esa era una de las fantasías más ardientes que tenía Ethan con Sally, ponerla en cuatro en la bañera mientras la masturbaba y las gotas heladas caían sobre sus cuerpos sin si quiera molestar. Era el sueño de todo aquel caballero que se hacía llamar macho.

Pero Ethan no quería pensar más en eso porque se iba a empalmar y no quería que su futura esposa se enojara. Futura esposa, quién lo iba a saber. Nadie de sus amigos se iba a creer que iba a casarse con una mujer que apenas conocía y que no llevaban ni más de tres meses de relación pero que había puesto su mundo entero de cabeza. Había dejado sus empresas y negocios atrás para pasar más tiempo con ella y ¡Pum! De la nada se comprometía. Ahora si no podía faltar a su palabra pues el padre de Sally estaba al tanto de todo y él no podía faltar a una promesa de ese tamaño jamás.

Una cosa si sabía él, si estaba locamente enamorado de Sally Midwinter y se lo demostraría siempre, o cada vez que pudiera. Internamente había prometido olvidarse de todas las otra mujeres que alguna vez formaron parte de su vida, para solo enfocarse en ella.

—¿Luego qué vamos a hacer?— preguntó él mientras se miraba las nuevas botas de cuero que Sally le había comprado. Esas botas y un sombrero negro eran los regalos que Sally le tenía preparados y fueron la excusa para que él subiera a su cuarto para hablar de las locuras de Ethan y pudieran tener un poco de sexo.

— No lo sé, acabo de herir a mi orgullo ¿recuerdas? Se suponía que no me ibas a tocar hasta la luna de miel. ¿Recuerdas?

— ¿Qué tiene de malo que me haya comido la cereza del pastel antes?

— Que cuando sea nuestra boda todos pensarán que nos casamos por otra cosa.

Él se rió.

— No importa lo que digan Sally. Tú serás mi esposa no los demás.

Ella no respondió y se soltó de su mano, a lo lejos vio que James traía a Flash y Sally voló hasta él para abrazarlo, amaba en serio a ese caballo. Ella había cambiado de vestuario, dejó los jeans y se puso su elegante traje azul marino de montar. Le quedaba ceñido al cuerpo y a Ethan le dejó la buena impresión del buen culo que tenía Sally y la pequeñísima cintura de abeja, le fascinaba como andaba vestida y no olvidemos esas botas de cuero hasta las rodillas, le quedaban perfectas.

Ethan logró llegar a ella y la tomó por la cintura mientras James platicaba con ella.

— Entonces hoy no puedes montar a Pete porque el veterinario lo prohíbe pero Flash está contento de verte, traje a Rudolf para Ethan y a Coco para mí.

— ¿Rudolf?— preguntó Sally

— Tu padre lo compró haces unos meses, tranquila es manso, no le pasará nada a tu novio.

— Gracias por pensar en mí James—le dijo Ethan para que Sally los viera interactuar.

Más asistentes traían los caballos.

Flash era un pequeño caballo blanco con manchas cafés por toda la cara, con cola larga y trenzada y Rudolf era un caballo negro elegante de dos metros de altura, una cola espectacular y era el caballo más hermoso que Sally había visto jamás, era como si fuese el rey de los caballos, Coco era un caballo blanco elegante y fuerte y alto, con una cola larguísima y celestial. Todos caballos de raza pura.

Nosotros Es Igual A NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora