—¿Jacob? —soy capaz de susurrar, mi voz se escucha llena de pánico, como si fuera un espectro.
Jared se pone delante de mí levantando la barbilla retador.
Los minutos que estamos mirándonos son extenuantes y tortuosos. Minutos que para mí son eternos y angustiantes.
¿Es real? ¿O estoy teniendo un ataque de pánico?
No, Jared también lo ve.
Paso mi mano por la cintura de Jared y le aprieto por inercia. Con miedo de ver a mi pesadilla frente a mí sonriendo como lo hace. Jared aprieta mis manos firme y seguro; a la defensiva al ver a Jacob caminar hacia nosotros con la seguridad y diversión que lo caracteriza.
Provocándome náuseas.
Jared lo empuja con las palmas abiertas por el pecho al verlo estirar el brazo para tocarme. Fue una mala idea. Jacob ríe sacudiendo su camisa con una sonrisa sarcástica y muy lentamente saca un arma que guardaba en su cintura. Le apunta a Jared, mi respiración se detiene y chillo horrorizada. Puedo jurar que lo que hará será dispararle sin reparo.
—Ven aquí, cielo —hace un ademán con la cabeza para que camine hacia él, y no lo hago, me quedo estática y aterrorizada—. ¡Muévete!
Cuando grita y le quita el seguro al arma doy un paso quedando delante de Jared. Me aprieta el brazo y me jala hasta él de un tirón. Sentir sus manos en contacto con mi piel me hace estremecer, hace que mi pecho se hunda y mis ojos se llenen de lágrimas rápidamente.
Dos hombres se encuentran detrás de él vigilando de cerca los movimientos de Jared y los míos. Jacob hace una seña con la cabeza y los hombres sonriendo se acercan a mi novio, uno de ellos le propina un puñetazo en el estómago y Jared se retuerce soltando un grito. Jacob le pone nuevamente el seguro al arma y la guarda, sin despegar sus ojos aberrantes de mí.
Mis estomago se revuelve, el miedo se apodera todavía más de mí y quiero vomitar.
Le vuelven a golpear esta vez en el rostro a Jared, el cual gira, y cuando se recompone veo la sangre descender de su nariz como un hilo. Él se encuentra gritando miles de cosas para que Jacob me deje ir; pero en cambio, lo que consigue son más golpes. Entonces yo también me vuelvo histérica, me muevo entre los brazos de Jacob y le grito mil veces que no le hagan daño. Porque él no merece esto, no tiene ninguna vela en el entierro.
—¡Por favor, basta, Jacob! —mi voz se escucha desesperada, y el llanto se aproxima de inmediato.
Él lo que hizo fue reírse.
Se encuentran golpeándolo sin parar frente a mis ojos, y la sangre les salpica a los hombre en sus trajes grises. Ninguna persona está cerca, los vecinos no aparecen para ayudar pero sé que más de uno se ha asomado por la ventana.
Mis padres no se encuentran, y es mejor así porque papá se pondría peor de lo que está y no podrían hacer nada.
Los padres de Jared salen a la calle, la señora Marcela llora e intenta hacer que su marido la suelte para correr hacia su hijo. Él no puede defenderse, uno de los hombres le aprisiona los brazos y otro le propina golpes secos y dolorosos.
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Masoquista © (Editando)
ChickLitEl abuso de grandeza viene cuando la clemencia se divorcia del poder. Segunda parte de PRESA DE LA MALDAD. ¡Se prohíbe cualquier tipo de copia o adaptación de esta obra!