Tomo asiento en la cama de aquel Penhouse, la habitación es grande, la ciudad se deja ver preciosa a través de grandes paredes de cristal, más que ventanales. Y tanto blanco en la habitación me agobia, ya es demasiado blanco para mí por hoy.
Mi mirada se pierde mirando a través de la ciudad, la miro fijamente realmente sin mirar, solo me encuentro recordando de repente todo lo que ha pasado. «¿Por qué me está pasando todo esto?». Era una de las preguntas más habituales que me hacía. Jamás en mi vida había hecho algo malo que justificara todo esto. Pasaba una cosa tras otra y me hacía enloquecer. Si es que ya no estaba loca.
Sin darme cuenta un par de lágrimas ruedan por mis mejillas, las limpio rápidamente al ver a Ascher reflejado en el cristal. Me giro con una sonrisa tímida y él me devuelve la sonrisa enseguida. Trae consigo un carrito con comida y bebidas, y yo no tengo hambre ahora, no me siento capaz de hacer pasar un bocado por mi garganta. Al ofrecérmelo solo tomo un poco de agua, diciéndole que no tengo hambre algo apenada, él asiente y deja el carrito para acercarse a mí.
Y me siento extraña, por obvias razones, el aire es tenso y mi cabeza me trae recuerdos uno tras otro de forma audaz y dolorosa. Como que en el pasado Ascher había sido un hombre cruel, pero también estaba el hecho de que él realmente me llegó a importar demasiado. La realidad era que al parecer no podemos estar juntos; él tiene enemigos en cada esquina.
Y yo... yo no quería eso.
—Rach.
—Quiero saber por qué —comencé—. Pero no quiero tus respuestas llenas de desdén, Ascher, solo quiero saber por qué tuviste que tomar esa decisión.
Aún Ascher Johnson no me da los verdaderos motivos sobre sus actos más que: “yo lo había rechazado”, y yo nunca antes lo había visto. Necesito más que eso.
Una rabia me quema en el pecho, unas inmensas ganas de llorar tras recordar al antiguo Ascher. Pensaba en la posibilidad de tener una relación estable y bonita con él, pudo nunca haberme secuestrado y pudo hablarme como cualquier otra persona. Él me mira con los ojos llenos de tristeza.
—Simplemente quiero saber por qué.
—¿Aún me temes? —se pone delante de mí, yo levanto la cabeza y niego lentamente.
No, no le tengo miedo.
—Yo te perdoné y sé que debería dejar todo eso en el pasado, pero lo único que quiero es saber los verdaderos motivos —mi voz se escucha firme aunque rasposa, aun estaba cansada y me dolía la cabeza—. Tomate tu tiempo, no me respondas ahora.
—Deberías comer algo —insiste, dejando el tema con algo de incomodes.
—No tengo hambre, Ascher. —El sutil gesto que hacía siempre de apretar la mandíbula me angustiaba y hacia saber que algo no le gustaba, pero también se le veía muy sexy. Le sonrío para aligerar el momento—. Tomaré un baño.
Me levanto y camino al baño, deseaba realmente tomar una ducha. Una vez desnuda tomo el más largo de los baños, mi cuerpo se relaja al momento de entrar en contacto con el agua tibia. Me cepillo los dientes con un cepillo que encontré en un cajón con su estuche. Hay varias cosas y me pregunto si lo que cree Ascher es que vamos a durar mucho tiempo aquí.
Me pongo un pijama que he traído conmigo al baño y me dejo el cabello suelto para que se seque solo, ahora está más ligero y brilloso, al menos. Al salir del baño que está en el pasillo me encuentro de cara con un hombre en el gran bar, quedo por varios segundos estática y asustada. Es bastante mayor, ojos oscuros y muy alto.
—Tranquila pequeña —Ascher se encuentra sirviendo dos tragos de coñac, su cuerpo está tenso y sé de inmediato que algo no estaba bien o no le gustaba a él—. James se encuentra aquí para ayudarnos...
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Masoquista © (Editando)
Chick-LitEl abuso de grandeza viene cuando la clemencia se divorcia del poder. Segunda parte de PRESA DE LA MALDAD. ¡Se prohíbe cualquier tipo de copia o adaptación de esta obra!