Camino hasta recepción. Hace bastante calor y aun así decidí ponerme una camisa manga larga y unos jeans. Detrás del cristal que me separa de la recepción se encuentra una mujer regordeta con cabello rojizo y gafas grandes. Me sonríe amable y yo igual.—Buenos días. Vengo a visitar al paciente Jared William, y quisiera saber en qué habitación se encuentra —le explico moviendo el pie una y otra vez, nerviosa, queriendo verlo.
Habían pasado tres días desde que Ascher lo golpeó, no me había atrevido a venir y ahora que al fin me decidí me siento nerviosa y ansiosa. Gracias a mi madre sabía que hoy le darían el alta.
—Por supuesto. ¿Eres pariente? ¿vecina o amiga cercana? —me pregunta con la voz delicada, y espera mi respuesta con una sonrisa.
Yo lo pensé un momento, después le sonreí.
—Soy su novia.
Ella teclea en su ordenador y me pide mi documento de identificación.
—Tercer piso, habitación 101 —me informa.
Subo a los ascensores junto a dos chicas y presiono el piso al que quiero ir. Una vez bajo, busco el número de su habitación y cuando llego abro la puerta lentamente. Jared está acostado en la cama mirando un punto fijo en el techo. Me aclaro la garganta para llamar su atención y él voltea a verme, cuando se da cuenta que soy yo rueda los ojos.
—Hola —le saludo pero él no me hace caso; sin embargo me acerco hasta él, suspirando—. Sé que no quieres hablarme, Jared. Lo siento mucho, en serio.
—No importa —frunce los labios y se encoge de hombros—. Siempre supe que no me querías...
—Sí te quería... sí te quiero. Pero a él lo amo —me apresuro a decirle rápido para que no me interrumpa o mal interprete lo que dije.
—Rachel, por favor vete si viniste a decirme esto —hundo las cejas molesta y me cruzo de brazos.
—Te desconozco.
—Nunca te tomaste el tiempo de conocerme en realidad —dice duramente, su mirada fija me pesa.
Y me duele, porque en el fondo sé que es verdad. Nunca me tomé el tiempo de conocerlo en realidad.
—¿Qué haces aquí? —Volteo al escuchar la voz de la madre de Jared. Entra y se coloca al lado de él acariciando sus hombros, mirándome muy molesta—. ¿Quieres acabar con la vida de mi hijo, acaso? ¿No ves cómo está por tu culpa?
Me quedo callada, me duele esta situación. Y es cierto, por mi culpa Jared está así. Tiene muchos hematomas en la cara, en la nariz esparadrapos y los ojos hinchados y morados, no se ve nada bien.
Salgo sin decir ninguna otra palabra.
. . .
Ha pasado una semana desde que fui a visitar a Jared en el hospital y quiero saber cómo se encuentra. No quiero que las cosas queden de esta forma entre los dos; aunque sé que no podremos ser amigos, pero no quiero quedar mal con él.Sé que le hice daño, jamás debí meterme con él porque creyera que sería lo mejor para mamá. Pero, ¿saben qué es lo más triste? Que fue por mí, porqué creí que si estaba con él iba a lograr sacar un poco de mi corazón a Ascher.
Porqué pensaba que Jared me sanaría.
Lo hice por mi propio beneficio. Y así terminan las cosas cuando actuamos tan egoísta. No quiero que Jared me odie, y antes hubiera dicho que él no sería capaz de hacerlo aún cuando le dijera la verdad. Ahora no sé qué pensar. Pero me lo merecía.
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Masoquista © (Editando)
ChickLitEl abuso de grandeza viene cuando la clemencia se divorcia del poder. Segunda parte de PRESA DE LA MALDAD. ¡Se prohíbe cualquier tipo de copia o adaptación de esta obra!