▪︎ Capítulo 11: Explicaciones ▪︎

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Llegamos.

Un lugar desolado y con un aire macabro fue lo primero que noté al bajar del jet. Ya puedo saber que lugar es este aunque solo veo la parte de atrás del edificio. Aquí fue donde por primera vez había visto aquellos ojos verdes de mis pesadillas. Los ojos color esmeralda de Jacob.

Son las dos de la tarde y me siento cansada y sofocada por el sol que hace. Aunque es más mental que física.

Cuando estábamos aterrizando yo me había asustado demasiado, pero con Ascher al lado me sentía protegida, y solo algunas veces en peligro con su persona. Él ayer había actuado con impulsos y me había asustado. Pero le entendía, así era él y de la noche a la mañana no iba a cambiar. Yo seguiría a su lado siempre, para ayudarle o hasta que me demuestre que en realidad no quiere cambiar.

¿De eso no se trata? De seguir apoyando a la persona amada.
¿Estoy confundiéndome? Tal vez, pero lo amo.

Por una puerta trasera entramos al edificio, con lo primero que me topé fue con el silencio abrumador del lugar. Ascher va delante de mí y yo por decisión propia detrás, pero sin despegarme de él. Pasamos por un pasillo donde hay varias habitaciones, todas en silencio. Seguimos hasta salir a un espacio agrandado donde solo hay una mesa donde reposan cartas de póker, al fondo un estante de bebidas y una barra.

Ninguno dice nada, yo solo me ocupo de admirar el lugar frío, gris y sombrío. Te envolvía un aire tenso y aterrador. Podía sentir que nos observaban.

—Este edificio siempre me produjo escalofríos —digo colocándome a su lado y levantado la vista para verlo.

Él sonríe de lado y me atrae para abrazarme. Y es que la primera vez que me trajo aquí yo había tenido mucho miedo.

—No temas, pequeña.

Justo cuando termina de decir se escucha un grito desgarrador de un hombre, lo que me hace estremecer y saltar en mi lugar, Ascher se tensa.

—¿Qué fue eso? —pregunto asustada y con el pobre corazón latiéndome a mil.

Ascher no contesta, y no me atrevo a volver a preguntar al verle la seriedad en la cara, con los labios en una línea. Temo a la respuesta que pueda dar.

Pasamos a un segundo salón gigante y yo solo deseo salir pronto de aquí y llegar a casa; por suerte veo que ya está cerca la puerta por donde entre aquella vez que me trajo y conocí a Cara y a Alexa. Las recordaba.

Se vuelve a escuchar un grito ahora más ahogado, bajo y jadeante. Me muerdo el labio angustiada volviendo a ver a Ascher. Mi respiración se vuelve irregular y él actúa como si hubiese sido parte de mi imaginación lo que escuché. Yo no sé qué lugar es este, para qué lo utiliza ni si de verdad estoy quedando loca como para escuchar aquello.

Cuando al fin salimos del edificio suelto aire por la boca y vuelvo la mirada hacia atrás, mirando el aterrador lugar que desde afuera era como si estuviera abandonado.

Un auto bonito, como Ascher me tenía acostumbrada a verle, estaba aparcado afuera. Ni idea de la marca, pero resalta aunque es de color blanco y con las ventanas ahumadas. Ascher abre la puerta del acompañante y yo subo enseguida, después rodea el auto y sube él. Arranca despacio y yo no puedo dejar de darle vueltas a lo que escuché.

No hablamos en todo el camino, y cuando vi mi casa quise traspasar la puerta de inmediato y abrazar a mi familia. Nos bajamos y caminamos con pasos decididos a la puerta, bueno, por lo menos Ascher, a mí me tiemblan las piernas mucho.
Cuando estoy a punto de tocar la puerta esta se abre y deja ver una cabellera rubia, me lanzo a sus brazos y la aprieto muy fuerte entre los míos.

Masoquista © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora