—Lo que escuchaste. —respondió mirándome fijamente, ocasionando que me pusiera nerviosa. Esa manía suya de mirarme así para hacerme flaquear me estaba dejando mal.
—No es justo...
Me interrumpió poniendo un dedo en mis labios, fruncí mucho las cejas molesta, pero no le aparté. Negó con el dedo, meneándolo frente a mis ojos y sonrió.
—No, es muy justo. ¿Mi pequeña quiere ir a una fiesta con un gilipollas? —relaje el semblante y rodé los ojos divertida por preguntarme aquello como si fuese una niña, ¡ya tenía 20 años! Ascher entorno los ojos, de verdad, a él le daba fastidio verme rodar los ojos—. Entonces mi pequeña va a ganarse la salida.
Quité su mano de mi boca y me reí divertida, Ascher era muy ocurrente. Se cruzó de brazos y me miró serio, pero la seriedad no le duró mucho tiempo, se me acercó y puso sus manos en mis caderas, me pegó a él bruscamente y yo puse mis manos en su pecho sin saber qué hacer, me quedé mirándole a los ojos totalmente ida en su mirada oscura y muchas veces fría. Ahora la chispa de la excitación y la diversión bailaban en esos ojos oscuros e infinitos que tanto me enloquecían ahora. Posó sus perfectos y provocativos labios en mi oreja y pasó la lengua por el lóbulo, si Ascher buscaba calentarme, lo estaba consiguiendo, la respiración se me volvió pausada a la espera. Acarició mis caderas y bajó las manos lentamente hasta mis nalgas, las apretó y me alzó pegándome más a su cuerpo duro.
—Quiero hacerte temblar —finalmente me susurró y me congele, nerviosa tragué saliva y parpadeé varias veces con la sangre concentrada en las mejillas.
No era extraño esperarse estas cosas de él, estamos hablando de Ascher, pero aún me ponía muy nerviosa y avergonzada que me dijera las cosas así. Pero tampoco voy a mentir, cuando Ascher me dijo aquello hizo que un cosquilleo me recorriera desde el pecho, seguido del vientre hasta mi zona intima. Aunque también me hizo sentir extraña, porque ya saben que con todo mi pasado no puedo y eso me hizo recordar varias cosas. Y habíamos dicho que dejaríamos las cosas malas atrás, pero no podía tan fácilmente olvidarlo todo. Ascher se separó de mí, rio un buen rato al ver mi reacción, se carcajeo estruendosamente y me tomó del rostro con ambas manos para besarme. Le golpeé en el pecho sintiendo mis mejillas coloradas, ¡se estaba burlando de mí!
—Venga, Rach. —se dejó de reír y simuló limpiarse el rabillo del ojo aún con una sonrisa burlona.
Me crucé de brazos. No había algo que me encantará más de él que su sonrisa, y cuando se reía me volvía loca, pero no cuando lo hacía de mí.
—No le he visto la gracia, Ascher —chillé seria; pero claro que quería que me atase a una cama.
—Es que tu cara... —sonrió e hizo un puchero que se le vio ridículo y me pellizco una mejilla.
No dije nada y como respuesta a su proposición, subí las escaleras lentamente, moviendo las caderas y me palme el culo. Ascher gruño entendiendo a la perfección y empezó a subir detrás de mí, corrí cuando le vi amagar para tocarme y me metí en su habitación y cuando me iba a meter al baño me agarró de la cintura y me alzó, me reí. Estos momentos con él a mí me hacían sentir contentísima. Me tiró en la cama y me cayó encima aplastándome, colocándose entre mis piernas.
—No puedes escapar de mí, Rachel —me dio un beso en la mejilla y yo me reí, después en la nariz para seguir a darme besos en toda la cara, ¡Dios mío que tierno!—. ¿Entonces sí?
—Juguemos algo, para que sea más justo —propuse con una sonrisa inocente, él frunció el ceño pero no dejó de sonreír. Me preguntó qué—, no sé, pero el que gane ata al otro. ¿Qué me dices?
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Masoquista © (Editando)
ChickLitEl abuso de grandeza viene cuando la clemencia se divorcia del poder. Segunda parte de PRESA DE LA MALDAD. ¡Se prohíbe cualquier tipo de copia o adaptación de esta obra!