—Hablemos —la forma tan seca con la que lo dijo me hizo sentir molesta.Yo soy quien debe estar así.
Se encuentra apoyado en la pared con los brazos cruzados sobre el pecho y totalmente serio. Salgo del baño y me mantengo con la mirada firme en sus ojos, pero luego de unos segundos la aparto.
—¿Ahora si quieres hablar? —Me encuentro todavía indignada por lo que había ocurrido—. Te desapareces por más de una semana y me dejas de hablar, cuando tú fuiste quien actuó mal.
—Dijiste que no querías verme —se ríe sarcástico y se pasa la lengua por el labio inferior. Yo le pongo mala cara, y él suspira fastidiado y rueda los ojos—. No quiero discutir, Rachel.
Y dijo mi nombre, en totalidad Ascher se estaba enojando, y a mí eso me importaba un comino porque yo lo estaba mucho más. Pero tampoco quería discutir. No de nuevo.
—Hablemos bien.
—¿De qué se supone que hablaremos? —le pregunto tratando de actuar fría; pero está claro que para eso no sirvo mucho cuando se trata de él.
Le sostengo la mirada gélida y seria como él hasta entonces la tiene, sin dejar de apretar la toalla. Aún me da vergüenza estar así frente a él. Su mirada pasa de mis ojos a mi pecho y baja a mis piernas, yo hago una mueca incómoda y él sonríe.
—Voy a vestirme.
Tomo del armario ropa y me meto en el baño, él no me sigue y eso para mí es extraño. Es que bueno, estamos en una situación incomoda, pero yo conozco a un Ascher sexual, que no desaprovecha la oportunidad de verme en toalla e intentar algo. Me visto rápidamente, poniéndome la ropa interior, la blusa beige y los short negros. Cuando salgo él permanece en la misma posición.
—¿Quién es Iván? —pregunta serio.
Alza los dedos mostrándome el papel entre ellos del número de Iván sin mostrarse molesto, lo estaba disimulando, porque lo conozco tan bien para saber que le enoja que hable con otro hombre. Agh.
—Estás hurgando en mis cosas, Ascher —camino hasta él e intento quitarle el papelito, pero levanta la mano y no alcanzo—. Era compañero del trabajo, no es nadie importante.
—¿Por qué tienes su número? —ruedo los ojos y me separo dándome por vencida.
No me importa lo que sea que haga con ese número, la verdad.
Se lo guarda en el bolsillo y mi mirada va directo ahí, niego con la cabeza y me alejo de él con los brazos cruzados. Él sonríe mirándome directo a los ojos, haciendo que mi pecho se caliente y mi estómago se agite sintiendo mariposas, mientras mis mejillas se sonrojan, entonces Ascher se acerca y acaricia mis mejillas con ambas manos.
—¿Podemos calmar el enojo, pequeña? —dice dándome una sonrisa coqueta. Yo niego con la cabeza y me cruzo de brazos sonriendo divertida.
¿Quién era más idiota de los dos? ¿Quién era más bipolar? Caray, podíamos ser los reyes de esto seguramente.
—No a tu manera —le aseguro, me giro y me siento en la cama—. Estuvo mal lo que hiciste.
Aunque no quiero discutir, ni estar mal con Ascher, tengo que dejarle claro que de verdad no me ha gustado nada lo que hizo.
—Ese hijo de puta se lo merecía, besar a mi chica y delante de mí, joder.
Su forma de decirme las cosas es seria. En cambio yo solo me paso la mano por el rostro y ruedo los ojos. Frustrada. Pues Ascher es un hombre caprichoso y posesivo.
ESTÁS LEYENDO
Masoquista © (Editando)
ChickLitEl abuso de grandeza viene cuando la clemencia se divorcia del poder. Segunda parte de PRESA DE LA MALDAD. ¡Se prohíbe cualquier tipo de copia o adaptación de esta obra!