Pues a Brock Lesnar en la UFC le salía bien

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Observo a Ninoska, y el rubor de sus mejillas, unido al descontrolado movimiento de sus labios, me demuestran que ella está emocionada por el repentino beso que le di hace unos minutos

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Observo a Ninoska, y el rubor de sus mejillas, unido al descontrolado movimiento de sus labios, me demuestran que ella está emocionada por el repentino beso que le di hace unos minutos. Pobre Ninoskita. No tiene idea de que cuando quiero algo, llego y lo tomo sin pedir permiso alguno.
Seguimos nuestro camino, en completo silencio y de vez en cuando, la noto echarme una mirada irritada y aprieta sus labios, como si quisiera pedirme explicaciones, y no encontrara la valentía de iniciar la primera palabra, antes de que esta quede atorada en su perfecta garganta. La quiero besar, justo en la base donde nace su pulso, para demostrarle lo peligroso que puedo llegar a ser al querer algo que está prohibido. "Prohibido". Ese es el único pretexto por el que no me puedo quitar de la cabeza la necesidad de acostar sobre mi cama a ésta engreída castaña, arrancarle la ropa, abrirla de piernas y hundirme en su interior. Porque mi misión principal es la de encontrarle un novio, y porque veintinueve días de abstinencia me impiden hacer lo que tanto anhelo. Al fin y al cabo, Ninoska no tiene nada de especial al resto de mujeres... ¿o sí? Ella es bonita, pero no espléndida. Ella es graciosa, pero dudo que ese sentido del humor se mantenga cuando engorde y se vea rodeada de niños... ¿Y quién sería el padre de esos niños? No evito sonreír, mi mente se pone tan estúpida a veces. Ver para creer Good, ver para creer. Es inteligente, más de lo que cualquier mujer que haya conocido. Su habilidad por entender el cuerpo humano y lo mucho que se esmera por salvar y cuidar las vidas de sus pacientes o personas con las que se encariña me cautiva, pero a veces supera los límites con su ñoñería científica. Coleccionar fonendos... no sé qué ¿De verdad?
Luego, está esa astucia que brilla en sus ojos, y que se empeña en esconder, unida a esa espontaneidad que me asombra, y que me inquieta.

-¡Amiga, casi no llego! Un tarado ha estado a punto de atropellarme mientras cruzaba el "seda el paso". Hoy en día cualquiera compra la licencia de conducir en este país de porquería. - se queja y maldice a mi propio país una rubia cobriza, de edad muy idéntica a Ninoska, y con su mismo tono vocal, que las distingue de las mujeres norteamericanas. La chica viste unos jeans ajustados, y una polera de color rosada. Sandalias del mismo tono con las uñas de los pies, pintadas al estilo "francesas" ¿Se miró al espejo antes de vestirse? Siento ganas de agarrar a Ninoska del brazo y protegerla de la última versión de Frida Khalo, pero cuando ésta se fusiona en un cariñoso abrazo con la desconocida junto a su reciente acompañante, un rubio de aproximadamente metro noventa, vistiendo completamente de azul, entiendo que no debo hacerlo.

-¿Y éste quién es? -me señala ella, mientras que el hombre sin una pizca de contención me observa. La engreída de Ninoska ni siquiera me mira, pero aprieta los labios, como cada vez que, he descubierto, está enojada.

-Es Jonathan, mi consejero sentimental.

-¿Tú qué? - el que acabo de descubrir que es enfermero se sienta al lado de su amiga, y me echa una mirada inquisitiva que se limita en la desaprobación más absoluta.

-Tú no necesitas un consejero sentimental. Tienes veintisiete años. Emborráchate, trasnocha y date uno que otro revolcón. Ya tendrás tiempo de llegar a los treinta y encontrar al hombre con el que siempre soñaste.

Cupido Disfrazado de LuchadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora