La semana ha pasado rápidamente y con ello mi enfermedad. Ya no hay rastro de varicela, lo que me reconforta. Sin embargo, algo positivo saqué de todo esto y es que estar cuatro días seguidos bajo el cuidado de un demonio de ojos azules tiene sus beneficios. Primero era que me hacía sentir acompañada, querida, cuidada, y me reconfortaba en mimos las veces que fuera necesario... y bueno, lo segundo era que tenía demasiado sexo. De - ma - si - a - do.
Pero no todo puede durar una eternidad, ni siquiera las desgracias. Así que aquí me encuentro en un estúpido curso de salud mental, al cual mi abuela sin consentimiento alguno, nos ha inscrito a mi y a las muchachas. Sentadas a las afueras de una sala que simula ser parte de un hospital y cuyo albergue tiene a un actor que se las da de la última versión de John Nash. ¿El objetivo de esta estupidez? Aprender a hacer contenciones físicas. Menuda porquería. No pretendo forcejear con una persona para hacerla entrar en razón, ¿ya vieron lo que me ocurrió con la hermana pequeña de mi mejor amiga? Deplorable...
Sin embargo, cuando es mi turno para ingresar a calmar la psicosis que reina en la sala como una gran enfermera - actriz. Las piernas me flaquean al notar que el tipo, en realidad actúa en serio, y si le sumamos que estuvo a punto de tirarme una silla por la cabeza, mis intentos por retenerlo y arrojarlo al suelo, se basaron única y exclusivamente en salir huyendo a cien kilómetros por hora. A la salida, mi cabello despeinado y la graciosa expresión de Valeria me hace pensar que mi experiencia fue un espectáculo, mientras que la cara de Maite me dice entre risas y no verbalmente "ridícula". Y si rematamos todo esto, con las constantes palabras de alivio de mi antaña "tutora" quien lleva como cien años al servicio de la salud mental.
Es cierto, te juro que no exagero. Palabras tales como: no te frustres, todo saldrá mejor en la próxima oportunidad, y lo hiciste bien, a sabiendas de que lo hice pésimo, no me hacen sentir más, como si me pusieran un tapón en el ano mientras tuviera diarrea.—Adelante Maite. — llaman a la resbaladiza de Maite, quien se levanta con su trasero bien campante y me indica la sala.
—Ahora verás lo que es bueno. — se te cayó la humildad, amiguita...
—Vanidosa... — habla por mi Valeria, sonriente.
E ingresa, como la última versión de Kill Bill. Y cuando creo que el actor hará lo que sea con ella. La muy enana nos sorprende, tomándole desde los brazos con tal fuerza que no solo a él sorprendió sino que a moma también quien terminó aplaudiéndole. ¡Que se la deje como nieta ahora!
De un momento a otro y con ayuda de solo dos personas pudo echar abajo a un hombre que casi la triplicaba en tamaño y peso. Moraleja del día, no hacerla rabiar jamás.
—Es toda una perra fuersuda. — murmura Vale, y cuando estoy apunto de seguirle la mofa Maite sale. Me mira a los ojos y pone esa expresión que me revienta las pelotas que no tengo.
—Hey enfermera.
—¿Qué?
—Así se hace — comenta con una tierna egolatría.
—Isí si hici
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Cupido Disfrazado de Luchador
FanfictionElla buscaba al hombre perfecto, nada sin igual, no pedía exclusividades exageradas, solo alguien que no fuera un perdedor ante sus ojos... sin embargo, encontró al luchador de sus sueños. ¿Qué harías si necesitarás urgentemente un novio para el mat...