En el baño. Sobre la encimera de la cocina. En la alfombra del salón, en el sofá, en el balcón, en la cama. Encima de una silla... ¿Continúo?
Cuatro días con Jonathan, y todo lo que hacemos es tener sexo. Sí, sexo como verdaderos salvajes. No importa dónde. Cualquier hora es buena. ¡Y a mí me gusta!Eso sí, lo más inquietante, es que él ha dejado de llevar la cadena colgada al cuello y yo soy incapaz de preguntarle al respecto, aunque debe de significar algo, ¿no? De acuerdo, me estoy enamorando de él. Era inevitable, pero la rapidez con la que está sucediendo me abruma. Me va a hacer daño. Lo sé. Y sin embargo, lo único que puedo hacer cuando estoy a su lado es permitirle que me quite las tangas. Estoy en un problema.
Y para colmo, el día en que Jonathan me pide una cita, en la que haremos algo más que revolcarnos como alucinados, resulta que me enfermo, porque Vale Junior ha cogido la
varicela, y me la ha contagiado.
Tener varicela a los veintisiete años es lo peor. Me pica todo el cuerpo y ahora realmente me recrimino el miedo irracional que le tuve a esa vacuna cuando era una niña.Estoy fea. Que digo fea. Estoy horrorosa y claramente así no saldré.
Le envío un mensaje a Jonathan, ya que, por nada del mundo quiero que me vea con este aspecto."Imposible vernos hoy, tuve un contratiempo de última hora. Nos vemos en un par de días"
Bloqueó el celular, pero a los pocos segundos recibo un mensaje de él, quedando alucinada. Tanto que ni tiempo me dio para contestar, por lo que me llamó a los pocos segundos. No puedo evitarlo, a pesar de todo el picor, que pica mucho, por cierto, siento mariposas en el estómago gritando: ¡Le gustas, le gustas!
—¿Cómo que en un par de días? — parece cabreado y su tono de voz es exigente.
—Estoy enferma. Vamos a tener que dejarlo para otro día.
Un silencio se forma entre nosotros. Lo sabía, él me va contradecir.
—¿Quieres que vaya a verte?
Oh, Dios. No hagas esto, Jonathan. Me enamoraré. Me enamoraré irremediablemente de ti.
—Mejor que no, estoy horrible. Además cuando enfermo, me pongo insoportable. Necesito estar sola —le miento. En realidad, cuando enfermo, lo único que necesito son mimos. Muchos mimos. Pero estoy tan fea que me da vergüenza que un "sex symbol" como él me vea en este estado.
—Como quieras. —parece cabreado.
—Oye, no tengo la culpa de enfermarme.
—No es eso, Ninoska. Mejórate.
Y me cuelga.
¿A este qué mosca le ha picado?
Estoy un rato dándole vueltas a nuestra conversación. A veces, a Jonathan le dan unos puntos muy raros. Al final, me olvido por la picazón y voy al refrigerador, para sacar una bolsa fría de guisantes. Me la pongo encima de la nuca, justo donde me pica como si un millón de hormigas carnívoras me estuvieran mordiendo.
—Puagh, paso de comer guisantes esta noche. A la mierda el régimen — se burla, la amiga más sensata e inoportuna en visitas que tengo, Valeria.
—La culpa es de tu hermana que me ha contagiado. ¡Miento!, la culpa es de tu escape amoroso a Praga.
Vale, se ríe y me da un golpecito cariñoso en la cabeza. Y ya está. Gracias amiga, se ve que doy asco.
—¿Qué tal está Vale?
—Dormida en casa. Ya sabes cómo son los niños. Fuerte como robles y no llorones como las veintiañeras. — se burla de mi con una indirecta, la muy pesada. — De mayor es mucho peor.
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Cupido Disfrazado de Luchador
FanfictionElla buscaba al hombre perfecto, nada sin igual, no pedía exclusividades exageradas, solo alguien que no fuera un perdedor ante sus ojos... sin embargo, encontró al luchador de sus sueños. ¿Qué harías si necesitarás urgentemente un novio para el mat...