Cuidar de la dulce Ninoska no era la noche que yo había imaginado hacía unas horas atrás. Básicamente, se trataba de una mezcla de cerveza de importación, cigarros y cine de acción. Sin embargo, el cambio de planes ha tenido sus ventajas, y vaya que ventajas. Por ejemplo, observar como la enfermera se pone cómoda liberando sus senos del opresor sostén, destacando sus pezones sutilmente bajo una fina camisa de algodón. ¿Acaso lo hace para provocarme, o es su estúpida ingenuidad la que resta importancia al hecho de mostrar sus erectos pezones bajo la ropa?
Trago con dificultad, y siento como toda mi sangre se condensa en el único músculo sobre el que no tengo posesión ninguna.
—¡Vete a dormir, Vale, no te lo voy a repetir dos veces! —le grita Ninoska a la niña, llevandose las manos a la cabeza, probablemente en un arranque de dolor ante su grito espontáneo e iracundo.
—No grites. Por tu bien, y por el de mis tímpanos. —le pido, encantado de la vida al verla tan furiosa. Definitivamente ella podría gritar una y mil veces para mi.
Me derrito en sus mejillas coloreadas, y mi entrepierna late desbocada. No es posible... ¡Sólo son unas mejillas idiota!La pequeña Valeria se adentra en la habitación de Ninoska, haciendo oídos sordos a las órdenes de su madre adoptiva durante una semana.
Y todo esto me causa gracia, pues siempre he dicho que me gustan las mujeres firmes. Esas que se mantienen sólidas en su decisión, y que son capaces de decir que no sin despeinarse ni sentirse mal. Pero hay algo hermoso en Ninoska, que me hace preguntarme si yo he estado equivocado durante todo este tiempo. Su incapacidad para decir no me resulta cómica, y a la vez ella posee el encanto y la dulzura de quien realiza favores a los demás sin pedir nada a cambio. Aunque cuando se trata de alejarse de mí, se mantiene una actitud inquebrantable. Son esas particularidades de su carácter las que me apasionan, y me reafirman en la convicción de que la dulce enfermera es una mujer difícil de convencer. Alguien dulce, pero con la suficiente mano dura para no dejarse amedrentar por un tipo como yo. Es una incorregible y descarada, espontánea, y con una ingenuidad que roza mi límite de credibilidad.—Valeria, sal ya de mi habitación. — comenta agotada.
La veo dejarse caer en el sofá, extenuada por el comportamiento de una niña de ocho años.
—Sé lo que estás pensando. Y sí, ella es tan mala como parece. —me indica, llevándose las manos a las sienes y masajeándose ella misma.
Echo una mirada curiosa hacia la habitación de Ninoska, donde la pequeña parece estar curioseando entre sus cosas.
—No puede ser tan terrible. Sólo es una niña.
—Corrección, ella no es sólo una niña. Ella es: "la niña". La única capaz de llevarte a urgencias en menos de dos horas.
Afirma melodramática mientras que Valeria aparece en ese momento por la puerta llevando algo en la boca, que se asemeja a un instrumento plateado y alargado, y que a la vez emite un constante zumbido.
—¿Qué llevas en la boca? —le pregunto.
Al escuchar mi pregunta, y percibir el zumbido, Ninoska pierde el color del rostro y se vuelve rápidamente hacia Vale. Oh... no me lo puedo creer, esto es demasiado bonito como para ser cierto... no podría ser más fabuloso.
—¡Valeria Ignacia, suelta eso ahora mismo! —le grita, levantándose de inmediato y corriendo tras la niña. Me río en voz alta, con lágrimas en los ojos. Me duele el estómago, y debo hacer un gran esfuerzo para observar la escena y deleitarme por el rostro furioso de Ninoska.
—¡Es un cepillo de dientesss! — comenta la niña, con el aparato en la boca.
—Eso no es... ¡Oh, déjalo y devuélvemelo!
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Cupido Disfrazado de Luchador
FanfictionElla buscaba al hombre perfecto, nada sin igual, no pedía exclusividades exageradas, solo alguien que no fuera un perdedor ante sus ojos... sin embargo, encontró al luchador de sus sueños. ¿Qué harías si necesitarás urgentemente un novio para el mat...