Nunca me he sentido tan bien

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Fuimos expulsados del karaoke a los cinco minutos. Aquel día fue inolvidable, pero los días que siguieron no se quedaron atrás.

Observar con mis propios ojos la sensibilidad de Ninoska a mis caricias es toda una sorpresa. No hay nada de la chica tímida y censuradora que conocí hasta hace unos meses atrás. Ahora sólo es una mujer que disfruta de su sexualidad junto a mí. Y eso me enloquece.

Voy a recogerla a la salida del trabajo para darle una sorpresa. Me encanta
ser la razón de sus sonrisas, y sólo por eso, haría tantas cosas por ella para verla sonreír. Cuando la enfermera me sonríe siento que todos estos años que he pasado solo han valido la pena.

—Guau, quién te ha visto y quién te ve.

Me sobresalto al encontrar a Renee a pocos metros de mí, observándome con atención. Hay una mezcla de curiosidad y estupor en su mirada coqueta. Hubo una vez en la que su cabello rubio y su voluptuoso cuerpo me resultaron deseables. Ahora sólo puedo desear a Ninoska, y ella lo sabe.

—¿Qué tal estás? — la saludo sin agresividad. Atrás quedó mi resentimiento hacia ella.

—Haciéndome a la idea de que voy a perderte. — responde, más como un hecho que como la respuesta de una mujer herida. —Pensé que este momento nunca llegaría. Era de las que me conformaba con tenerte a mi lado sin exigirte nada más. Supongo que ella ha ganado por querer esa otra parte de ti.

Ella tiene razón. Ninoska me ganó. Mientras otras mujeres se conformaban con tener lo que yo les ofrecía, ella se negó a aceptarme hasta que yo pudiera darle lo que ella necesitaba de mí.

—Te deseo lo mejor.

Ella enlaza sus brazos alrededor de mi cuello y me da un beso en la mejilla.

—Te deseo lo mejor, Jonathan. No desaproveches esta oportunidad, y sé feliz.

Se aleja caminando, y en cuanto lo hace, percibo que Ninoska me está observando. Ha visto toda la escena, pero no da muestras de estar celosa. Me agrada que confíe en mí, y me acerco para darle un beso en los labios.

—Teníamos que zanjar el tema. Es bueno aclarar las cosas y cerrar etapas. — le explico.

—Lo sé — responde, sin concederle mayor importancia. —, ¿has venido a buscarme? — pregunta, sin ocultar la emoción que eso le produce.

—Bah, pasaba por aquí.

Ella me da un codazo y se ríe. La abrazo contra mi pecho y le beso la punta de la nariz. Observo su aspecto derrotado, parece exhausta.

—Deberías dejar de trabajar demasiado. Te estás explotando.

—¿Y de qué voy a vivir? No del aire, desde luego. — me contesta y yo resoplo. Como si eso fuera un problema.

—Soy millonario. Tantos años trabajando dan para ahorrar mucho dinero — le explico, sin entrar en detalles. —, podríamos sobrevivir sin complicaciones.

Ella me ofrece una sonrisa de agradecimiento.

—Sabes que no puedo aceptar. Eso sería como tirar la toalla.

—Orgullosa.

Ella pone cara de fastidio, pero no responde.

—Había planeado algo, pero te veo cansada. Será mejor que vayamos a casa y te prepare un baño. Y luego, lo que tú quieras.

Ninoska se sonroja cuando le echo una mirada cargada de intenciones. Todavía me alucina su capacidad para sonrojarse ante mis atenciones.

—No, está bien. ¿Qué habías planeado? — aun cansada le gana la curiosidad.

Cupido Disfrazado de LuchadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora