Yo te ayudo y tu me ayudas

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Hubo un tiempo en el que mi vida me agradaba, incluso hasta pensé no querer cambiarla, y puede ser que suene un mal agradecido pero es que para ser honesto, mi vida es algo con un gran atractivo, no hay de que quejarse.
Ser parte o mejor dicho, una de las caras de la empresa de wrestling más grandes del mundo tiene sus maravillosas ventajas... fama por donde quiera que vaya, miles de personas que se acercan por un autógrafo o tal vez una fotografía.... y eso me llevaba a encontrarme con mujeres siempre dispuestas a satisfacerme, y la inmortalidad. Y es que supongo que redimirse al mayor placer de vida las siete noches de la semana me conlleva a grandes ahorros en cremas antiarrugas.
Todo son ventajas... Todo, pero cuando te acuestas con la mujer equivocada, eso puede traer consigo sus desventajas insalvables. Por ejemplo, que su novio, Floyd Mayweather, el rey del boxeo, quiera partirme el culo en cuanto me tenga cerca... Y es que aunque sepa pelear y la mayoría de mi vida haya vivido de luchas extremas... No pretenderé arriesgar a mi encantador rostro a esos puños de oro... No amigo, eso no es para mi.
Así que aquí estoy, en la sala de los McMahon, tercer piso de la sucursal ubicada en Cincinnati con vista a esta maravillosa ciudad de la cual soy hijo ilustre. ¿Mi intención? vacaciones, solo eso pido, porque los contratos y las constantes giras, hoteles, gimnasios y países, agotan... llámenme irónico si quieren, pero es que a veces necesitas darle un poco de tranquilidad a tu encantador cuerpo, como es en mi caso...

A decir verdad, cinco años al servicio de la princesita multimillonaria y su padre me han enseñado varias cosas, entre ellas: rodéate de personas adecuadas, esas que te bancan lo que sea y te aconsejan aunque no los tomes mucho en cuenta... al menos lo intentan y eso es lo lindo. Sé amable y gentil con tus fans, hazte el interesante con las mujeres y nunca, pero nunca te metas con el tipo equivocado.
Yo las olvidé por completo el día que me acosté con Abi Clarke, una preciosa morena de curvas escandalosas y labios perturbadores.

¿Qué, cómo la conocí? bueno, todo comenzó en Las Vegas, era la semana que le daría cabida a la tan famosa Pelea del Siglo... que del siglo no tuvo nada, solo la "no sorpresiva victoria de mi amigo Floyd"... en fin, ese es otro tema.

Abi, se encontraba de compras por un centro comercial, y yo como siempre me encontraba sentado, a un costado dando miles de autógrafos. Y de pronto, la vi... avariciosa y petulante como ella sola, y con aquel cuerpo del pecado que no tardó en llevarse mis ojos. Y así fue como me fije en ella, mujer que me costó conseguir pero de la que prontamente me cansé tras varios revolcones furtivos mientras su fortachón y boxeador novio miraba hacia otra parte o se concentraba en sus combates. Jamás pensé que Abi tuviera en tan poca estima de mi vida y cuerpo ya que, tras haberla dejado, le fue con el cuento a su novio de que yo la había seducido con mis viles artes amatorias de mujeriego seductor. Mujeres... ¿Quién las entiende?

-¡Dean Ambrose, qué agradable sorpresa!
¿Vienes a renovar tu contrato? - me pregunta la linda Stephie dueña de toda esta "pequeña herencia" mientras ingresa a su oficina, muy campante.
-Más bien al contrario. - le digo, sin perder mi encantadora sonrisa.

Mi jefecita de ojos verdes se lleva las manos a su boca abierta, y me suelta un pequeño grito histérico que me pone los pelos de punta. ¿En qué momento pude ver atractiva a Stephanie como para tirármela sobre el escritorio su oficina? Ah, sí, en el momento en el que me fijé en su gran escote y de la lejanía de Triple H.
- ¿Y a qué se debe, esto? - exige saber, todavía incrédula.

Explicarle que me pegué unos cuantos revolcones con la novia de Floyd Mayweather y que ahora él mismo me esta buscando para darme una golpiza del siglo, no es necesario hacerlo porque no creo que le sea de mucho gusto ver a su empresa en vuelta en polémica a causa de un simple luchador. Por lo mismo he decidido ocultar la razón principal así que mentiré por unas piadosas vacaciones, solo hasta que las cosas se relajen.

Cupido Disfrazado de LuchadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora