Ninoska abre su tentadora boca en una expresión soñadora. Sus curiosos ojos evalúan el interior de mi loft en la avenida Burton y poco a poco, su sorpresa inicial va dando paso a un rictus de irritación al percatarse en dónde está. Se cruza de brazos, pero su menudo cuerpo no puede sostenerse en pie, por lo que se apoya sobre la pared, en un inservible gesto por encontrar estabilidad y yo en una noble acción y como el “caballero” que soy cuando me lo propongo, la sujeto por la cadera, inmovilizándola.
—¡Prometiste traerme a casa! — se queja, escurriéndose hacia abajo todo con tal de zafarse de mi.
—Prometí llevarte a casa. No especifiqué a cuál.
La rodeo por los hombros y la guío hacia mi habitación. Permitir que la enfermera pasara la noche sola en semejante estado no era una opción. Definitivamente no. Por lo que decidí traerla a casa para poder vigilarla.
—No quiero dormir contigo —se acurruca en mi cama y su voz se ahoga bajo la almohada. Tan amorosa como siempre...
—Dormiré en el sofá.
Sé cómo se siente. Mantiene esa clase de sentimiento de orgullo femenino herido que le impide mirarme a la cara. Y aún así no la culpo puesto a que todo pasa por mí. Por mí y mi imbécil comportamiento que busca alejarla constantemente. Si la hubiera conocido en otro momento de mi vida, las cosas entre nosotros habrían sido muy distintas. Si tan solo me hubiera cruzado en su camino en el momento apropiado cuando era un joven ingenuo y abierto al amor, dispuesto a caer rendido hacia una mujer tan dulce e inteligente como ella.Una repentina queja de cansancio por parte de Ninoska me dispersa los pensamientos, le echo la sábana y el cubrecama por encima e inconscientemente le acaricio el cabello.
—Hueles a jazmín.
Mis dedos se pierden en la suavidad de su pelo color castaño como la he apodado. Me encanta observarle el cabello, es como si la miel me envolviera y me devolviera la caricia. Ninoska ahoga un gemido de placer al sentir mis dedos atrapados en su nuca y suspira antes de hablar, como si no quisiera decir lo que va a decir, pero se sintiera en la obligación de devolverme el cumplido para ser honesta.
—Tú hueles a champú.
—Champú. —repito sin ilusión.
—Y a perfume de hombre. Realmente hueles como si acabaras de salir de la ducha.
Me siento en el borde de la cama, dispuesto a reconocer mi propio olor en sus labios y prontamente una sonrisa de satisfacción se curva sobre mis labios, y soy consciente de que
es la primera sonrisa sincera que evoco desde hace mucho tiempo. Mi angelical enfermera se da la vuelta hacia mí y en simultáneo su cabello se extiende sobre la almohada, pareciendo una ninfa acostada sobre el césped. Es la visión más erótica y preciosa que he visto en mi vida.—Mejor dicho, hueles como si estuviera en casa. — declara, con una tímida sonrisa.
Las palabras se me atragantan en la garganta, hasta que un profundo sentimiento de aflicción y nostalgia me aprisionan la tráquea. Nunca nadie me había dicho algo como eso. Generalmente, las mujeres confirman mi atractivo una y otra vez, y no ven en mí nada más que un camino seguro para conducirlas a un buen sexo.
Es extraño, las palabras de Ninoska me alagan y me aterran a la misma vez.—No digas cosas que no sientes —le pido intentando no mostrarme incómodo.
—Los ebrios y los niños siempre dicen la verdad. — cuchichea.
—Y tú hoy estás borracha. — respondo serio.
—No volveré a beber más poción de mammy Gloria —se lamenta y ante su avergonzada expresión le acaricio la mejilla, trazando círculos sobre su pómulo. Ninoska entrecierra los ojos, evadiéndose a mis caricias y soltando un suspiro de inconsciente placer y soy consciente de que la manera abierta en la que ella responde a mis caricias me enloquece.
Sin proponérmelo, me inclino hacia ella y aspiro su aroma, pero sin querer la cadena que posa sobre mi pecho le roza la mejilla, y ella abre los párpados, sorprendida por la brusca
caricia e intrigada por lo que ve colgar. Incómodo, voy a guardarme el colgante dentro de la camisa, pero ella es más rápida y hábil con sus manos, como buena profesional de urgencias, por lo que lo atrapa entre sus dedos.
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Cupido Disfrazado de Luchador
FanfictionElla buscaba al hombre perfecto, nada sin igual, no pedía exclusividades exageradas, solo alguien que no fuera un perdedor ante sus ojos... sin embargo, encontró al luchador de sus sueños. ¿Qué harías si necesitarás urgentemente un novio para el mat...