Capítulo 4-

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Las 8 de la mañana de  un sábado. Sandra no podía dormir más, aunque le apetecía pero estaba muy nerviosa. Había quedado con Martín por primera vez a las 5 y media. Abrió WhatsApp y les contó todo a sus amigas:

-Jodeeeer  tía que bien–le dijo Berta.

-Ten cuidado, cielo y pásalo bien ¿Estás segura, no?

-Que sí, Mery.

-Tú déjate llevar eh  ;)–Escribió Berta.

-Ais, Berta, a lo mejor no se lanza.

-Disfruta mucho, Sandra :P–escribió Montse.

-Eso eso :d –Puso Carol.

-Si si, si se lanzará. Verás tú. (Berta)

-No eches cuenta, tú tranquila Sandra (Mery)

-Ais, pero si le va a gustar (Montse)

-Ya bueno, pero ya sabes, Sandra cuando te poner nerviosa (Mery)

-Tú, contrólate cariño (Carol)

-Chicas chicas, parad. No me pongáis más nerviosa de lo que estoy–dijo Sandra.

-A la noche nos cuentas ¿no? (Berta)

-¿Quedarás luego para cenar? (Mery)

-Si si, yo os llamo, cuando él se vaya (Sandra)

-¿A qué hora se va?–preguntó Carolina.

-A las 8, creo.

-Ajám pues te recogemos allí (Mery)

-¿Tú vienes, Montse? (Berta)

-Sí.

-Te paso a recoger sobre las 7 menos cuarto ¿vale? (Berta)

-Okey :P (Montse)

-Y yo a ti Carol (Mery)

Dejó whatsApp, pero le sorprendió un nuevo mensaje de un contacto que desconocía.

-Hola!

Era ese tal Mario, amigo de Ángel. ¿Qué quería? Le saludó ella, y empezaron a hablar.

-Bueno voy a desayunar J (Sandra)

-Vale ;) (Mario)

Dejó el móvil encima de la mesita, y se fue hacia el baño. Se lavó la cara y fue hacia el salón. Estaba todo tranquilo, miró el reloj, casi las 10. Su hermana debería haberse ido a trabajar y su padre igual. Y su madre debería estar haciendo las compras por ahí.

‘Mejor’ pensó ella. Le encantaba quedarse sola en casa. Incluso veía la casa de mejor forma, más alegre que anoche.

Fue hacia la cocina, y se cogió dos rebanas de pan, las puso en la tostadora y se calentó un poco de leche en el microondas. Desayunó casi de pie, estaba demasiado nerviosa y el estómago le daba muchas vueltas, apenas desayunó, aún no cenando ayer.

Le entró arcadas y se fue directa al baño. De repente, su madre entraba por la puerta.

-¿SANDRA?

-Sí mamá.

-Ya estoy aquí. ¿Has desayunado?

Salió del baño.

-Sí.

Su madre le dio un beso, ella se dejó pero no le dio ninguno.

-Estupendo, ayúdame a limpiar –dijo mientras soltaba las compras en la cocina.

-Claro… -suspiró Sandra.

…………………………………………………………………

Ya era casi la hora de almorzar, un gran sol entraba por la terraza. Sandra estaba poniendo la mesa, estaba casi sudando, de haber limpiado la casa con su madre. Encendió la tv y se sentó a esperar. Le tocaba pollo al horno con patatas, y la boca se le hacía agua cada vez que lo miraba. Por esa vez olvidó lo de Martín. Cogió su móvil y empezó a chatear de nuevo con Mario, era majísimo.

Almorzó deprisa, recogió sus cosas y se fue directamente a la ducha. Recordó lo de Martín, se le removió el estómago. ¿Estaba segura? No podía plantarle, además tenía ganas de verlo.

Se puso unos pantalones cortos, muy claros que le encantaban. Se colocó una camiseta en azul agua (su color preferido) y se puso unos zapatos del mismo color que la camiseta. Se peinó, se pintó el rabillo de los ojos y se puso sus gafas de sol en negra.

Ya estaba lista. Sí, había llegado el momento. A las 5 y cuarto se dirigía hacia la parada.

No se lo creía, después de tanto tiempo iba a ver a Martín. Estaba nerviosa, ilusionada, feliz… quería verlo, quería abrazarlo de una vez por todas. Esperó casi 20 min. Llegó el autobús, vio un señor mayor con corbata y traje de chaqueta salir el primero, con cara de pocos amigos y un gran maletín negro en la mano, luego salió una mujer de ojos tristones con su hijo pequeño agarrados de la mano, luego una pareja joven, iban riéndose, luego bajó… espera… era Isaac, el chico que iba ayer en su grupo, amigo de Ángel. Éste la vio, iba muy arreglado con una camiseta de color llamativo que resaltaba el tono de su piel. Sandra se quedó mirándolo, él la vio y le sonrió. Ella le hizo un gesto con la mano, al parecer, bajaba con su madre y una chica de más o menos de la edad de Sandra, y luego otra mujer.

Le tocaron la espalda, Sandra se asustó y miró para detrás. Era Martín.

Nunca oí tu 'te quiero'.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora