Ya era las 6 de la tarde. Y Sandra iba muy emocionada a casa de Ángela.
-¡HOLAAAAAA! –dijo Ángela muy sonriente cuando le abrió la puerta.
-Hola Sandra, cariño. –Saludó su madre.
Tenía el pelo cortito como su hija y parecía más joven de lo que era.
-Nosotros nos vamos ya, Ángela –dijo dándole un beso a su hija.
-Hasta luego –se despidió Sandra.
Su padre salía de la casa muy bien vestido, con traje de chaqueta y corbata. Su madre llevaba un elegante vestido rojo.
-Si necesitáis algo, llamad. Y no te acuestes tarde, Ángela. Adiós Sandra, cariño.
-Sí, mamá tranquila.
Se quedaron solas. Más que hacer el trabajo estuvieron haciendo el gamba con música a todo volumen.
Cantaban las dos, seguido más tarde de unas buenas carcajadas.
Llegó las 9. Y los 2 chicos llamaron la puerta. Abrió Sandra.
Primero vio a Eduardo, iba con una sudadera y unos pantalones muy elegantes.
-Hola, Sandra –dijo sonriente.
-Hola, Eduardo –contestó ella.
Luego Sandra vio a un elegante muchacho, era rubio con los ojos claros, era alto, muy alto. Y le sonreía a ella. Sandra se quedó embobada hasta que él dijo:
-Hola, encantado. Soy Álvaro.
-Ho-hola, igualmente, yo soy Sandra. –contestó ella tímidamente.
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Ángela tenía razón, a lo primero estaba un poco cortada. Pero Eduardo era un chico muy divertido y más con Álvaro y no pudo aguantar la risa que les provocaba.
Mientras Ángela y Eduardo peleaban por poner una peli, Álvaro habló con ella.
-Y tú qué, cuéntame ¿Estudias?
-Sí, 3ºEso.
-Entonces la semana que viene cumples 15…
-Sí.
-¿Y lo celebras?
-Sí, con unas amigas y amigos.
Álvaro le sonrió.
-¿Sabes? Estás mejor cuando sonríes –le soltó Álvaro.
Sandra se puso nerviosa. ‘Vaya chico’ la conocía de esa noche y mira con lo que le saltaba, pero… ‘dios que guapo’ pensaba ella.
-¡Ya está la peli! –dijo Eduardo y se sentó al lado derecho de su amigo Álvaro.
Ángela se puso al lado de Eduardo.
La película era de miedo. La típica que llegan unos nuevos a vivir a una casa y hay fantasmas.
Eduardo y Ángela hacían comentarios y reían.
Sandra se sentía a veces incómoda al lado de aquel chico y sentía el frío que provenía de la ventana que tenía casi al lado.
Se quedó perpleja a la ventana, mirando el cielo oscuro. Hasta que notó que Álvaro la miraba.
-¿Tienes frío? –dijo él susurrándole.
-Un poco…
-Toma –le dio una manta y la tapó.
-Gracias –dijo ella sonriente.
-De nada, me taparé yo también. –dijo él cogiendo un poco de manta.
Ella bostezó.
-¿También tienes sueño?
-¿Vas a estar pendiente mía? –dijo ella seria y un poco molesta.
Él rio.
-Es que eres muy guapa.
Ella temblaba, de frío no era, porque a su cuerpo le entró una ola de calor y se puso nerviosa.
Él rio.
-¿Q-que pasa? –preguntó ella.
-Te pones nerviosa. Ay.
-N-no…
-No mientas, te lo noto. Échate si quieres.
¿Echarse? Si apenas cabía en el sofá.
Ella se quedó parada.
-En mi hombro –le susurró él.
Se echó. Pudo notar un olor parecido al de Isaac. Cerró los ojos. Se sentía muy cómoda, se sentía protegida. De repente oyó un grito de su amiga Ángela y la voz de Eduardo:
-NO HA SIDO NADA, HOMBRE, MIRA QUE ERES NIÑA PEQUEÑA.
Ángela reía como loca. Parecía que no habían visto la escena de ellos dos.
Álvaro los miraba y luego rio y miró hacia Sandra.
-¿Te molesto? –dijo ella incorporándose de nuevo.
-No, no. Échate.
Ella lo hizo. Pudo notar los latidos de su corazón, que iban muy rápidos igual que él de Álvaro. Lo oyó suspirar y sonrió.