Isaac no le contestó hasta el Martes por la tarde. Sandra llegó del instituto y mientras su madre hacía los garbanzos, empezó a chatear con él.
-¿Oye, no vas al mismo instituto que nosotros? Es que te veo poco…
-Bueno sí, estoy metido en un curso de informática y voy algunos días y diferentes horas.
-Ah, ¿Qué años tienes?
-16 ¿tú?
-14.
Hablaron sin parar. Se contaron sus gustos. Hablaron un buen rato de música. Hasta que Mery la llamó.
-¿Sí? Dime, Mery.
-¡Amor! ¿Vamos a dar una vuelta por el centro comercial?
-Vale, ¿a qué hora?
-Pues ya. Si puedes. Quería comprarle algo a Carol, para llevarle.
-Sí, me parece bien. Te paso a recoger dentro de 15 min.
-Vale, hasta luego.
Sandra salió de su casa mientras se despedía de Isaac por whatsApp.
Llegó a la casa de su amiga Mery. Era una casa normalita, con paredes blancas y unas bonitas rejas en la ventana adornadas por unas lindas flores. Tocó el timbre y su madre abrió la puerta:
-¡Hola, Eva! ¿Está tu hija?
Eva era la madre de Mery. Se parecía mucho a ella. Tenía algunas arrugas en su rostro y tenía los mismos ojos que su hija.
-¡Hola, Sandra! –Le sonrió- sí espera, que la llamo. Entra si quieres.
-No da igual, la espero aquí.
Al minuto salió Mery. Iba muy guapa. Llevaba unos pantalones largos que le hacían unas bonitas formas a sus piernas y una camiseta en rosa. Llevaba recogida una trenza al lado derecho de su cara.
-Vamos Sandra.
Hablaron sin parar durante el camino. Aunque Sandra no le comentó nada de lo de Isaac. Llegaron al centro comercial. Esta vez fueron a Los Arcos.
Entraron en Bershka y estuvieron mirando ropa. Le cogieron una camiseta fina de manga larga con un dibujo de un gato para Carolina. La pagaron y fueron al Mc Donald’s a por un helado.
-Un McFlurry de oreo y chocolate blanco –dijo Sandra a la cajera.
Era demasiado joven, tenía una larga trenza rubia y unos ojos muy azules.
-Sí ¿algo más?
-A mí me das…-comenzó a decir Mery, mirando a la cartelera de los helados- uno de filipinos, sin chocolate.
Pagaron y se sentaron en una de las mesas al fondo más apartada, al lado de los servicios.
Mientras que reían las dos, al minuto de sentarse salieron los amigos de Ángel; Iván, Mario y Juan.
Mario fue el primero que las saludó con una sonrisa, y se le quedó mirando a Sandra.
-¡Hola!- dijeron luego Iván y Juan.
-¿Qué hacéis por aquí? –preguntó Mery.
-Pues nada, a Juan se le antojó venir, ¿y vosotras?
-Pues a buscar un regalo para Carol para llevarle ahora.
-¡Ah sí, verdad que tuvo un accidente! Me lo contó Sandra –dijo Mario.
Mery miró directamente a su amiga, con tono misterioso y luego volvió a mirar a Mario.
Luego Iván habló:
-¿Y Berta?
-Tenía cosas que hacer –dijo de inmediato Sandra, recordando la llamada que tuvo su amiga Berta de él la tarde anterior.
-Si queréis podemos ir con ellas a ver a Carolina. –dijo Juan, mirándolas a ellas.
-Sí, vale. Por mí bien. –dijo Sandra.
Mario se sentó con ellas. Iván y Juan fueron a pedir un helado para ellos.
Mario se quedó mirando para la entrada sonriente y dijo:
-Miradlo ahí está.
-¿Quién? –dijo Sandra y se volvió hacia atrás para ver quien se acercaba.
A Sandra se le revolvió el estómago. Era Isaac.