Capítulo 34-

35 0 0
                                    

Sandra habló son su madre. Carmen se asomó al balcón y saludó a Isaac.

Este se sonrojó y le sorprendió y le devolvió el saludo.

Sandra más tarde le contó lo de su madre e Isaac se animó más.

-Mira- señaló él a un restaurante de esquina- ¿te apetece bien almorzar allí?

-¿Muy caro, no?

-No, ¿acaso no te mereces lo mejor? Eso solo es una cuarta parte de lo que puedo hacer por ti. Aún te queda mucho por vivir conmigo.

-No me gustan que me inviten.

-¿Tengo el honor de invitarte? Por favor.

-Bueno, vale.

-Bien-sonrió.

Disfrutaron de un buen almuerzo muy agradable. Luego dieron un paseo por el centro y compraron un helado en un Mc Donald’s.

-¿Y con esas chicas que pasó?

-Bah, estuve de amigos con una tarada que le gusté en una fiesta, que por cierto ya no voy más a esos sitios.

-¿Por?

-Son agotadores y solo hay desesperados. Y esa chica se ilusionó tanto que se inventó que salíamos, pasé dos o tres veces un día por tu puerta, a ver si te veía.

-¿Lo hacías para ponerme celosa?

-Sí, en eso fui un poco tonto, pero estaba asustado. Nunca me había gustado tanto una chica, y no sabía que era lo correcto. Esta sociedad te hace ir para el malo camino y no el que tú quieres tomar.

-Pareces otro, Isaac.

-Soy yo. Mi verdadero yo. Solo tenías que conocerme un poco más. Siento no hablarte antes, pero pensaba que así te olvidaría, pero no. Gracias a Mario abrí los ojos y quise recuperarte. ¿Y lo he hecho, no?

-Sí. Y con esta actitud, aún más.

-Gracias, de verdad. Siento mi comportamiento de niño pequeño estos meses.

-Tranquilo, no pasa nada. –él le sonrió.

-Me encantan los helados. –dijo ella para cambiar un poco de tema.

-Lo sé.

-¿Aún te acuerdas?

-Claro, ¿cómo me voy a olvidar de algo de ti?

Luego entraron en varias tiendas, y compraron algo de ropa cada uno.

Estaba oscureciendo y llegaron hasta el puente de Triana.

-¿Te gustó el día? –preguntó Isaac.

-Me encantó, gracias.

-No las des. Mañana toca cine.

-¿En serio?

-Sí, quiero recuperar días contigo.

-¿Me dejarás invitarte? –preguntó ella.

-Pues va a hacer que no.

-Venga, por favor –puso pucheritos.

-No, no hagas eso. Ayy. Bueno vale.

-Bien. –dijo ella feliz.

-¿Por qué te ríes? –bromeó él sonriente.

-¿Y tú, por qué te ríes cuando yo me río?

-Ya te dije que tu sonrisa es contagiosa.

-Sí, a mí esta conversación también me resultó familiar –dijo ella.

-¿Sigue siendo mi sonrisa fea igual que yo?

Ella sonrió al recordarlo y se acercó.

-Tú y tu sonrisa es lo mejor que he visto nunca.

Luego él la besó. Y la abrazó.

-Espero que este beso no haya sido feo.

-El mejor que me han dado. –Contestó ella- además –siguió- lo he esperado mucho tiempo.

-Yo también. 

Nunca oí tu 'te quiero'.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora