-¿CÓOMOOO? –Gritó Sandra, mientras le daba el vaso a Isaac y se levantaba rápidamente.
Todos corrieron para a fuera, donde estaba Mery tumbada.
Sandra llegó la primera, se tiró de rodillas y empezó a llamar a su amiga, estaba muy nerviosa, casi con lágrimas en los ojos. Las otras la siguieron y empezaron a hacer lo mismo.
Ángel estaba temblando, iba de un sitio para otro sin saber qué hacer.
-¿Qué ha pasado Ángel? –preguntó Sandra.
-No no no sé, n-nos íbamos pa-para dentro, s-s-se levantó y ¡pum!
Carol ahogó un grito.
-¡APARTAOS! –dijo Mario, llevaba un cubo de agua en la mano y empezó a echarle agua por la cara.
Entre todos la pusieron en la sombra. Al rato Mery despertó.
-Seguramente habrá sido un bajón de azúcar. ¿Cómo estás, Mery? –dijo Mario.
-Puf… bien…
Ángel la abrazó. Luego lo hicieron sus amigas.
-¡VAYA SUSTO, TÍA! –Dijo Berta.
-Toma chocolate, te sentará bien –le dijo Juan, ofreciéndole un trozo de tableta.
-Gracias.
Después de eso, todos quisieron irse a casa. Lo habían pasado mal.
-¿Seguro que estás bien, cariño?
-Que sí, Ángel.
Era lo que siempre contestaba ella.
Sandra y Ángel la acompañaron hasta su casa. Luego Sandra se dirigía a la suya.
-¿Ya has llegado? ¿Cómo está Carol?-dijo su madre Carmen.
-¿Carol…? Ah, sí está mucho mejor.
Lo que había pasado con Mery, no le había recordado el accidente de Carol.
-Te noto pálida, ¿Ha pasado algo?
-Que no, mamá. Estoy cansada, me acuesto.
-¿A las 6 de la tarde? No vas a dormir luego.
Sandra no le dijo nada y se dirigió a su habitación. ‘Ese es el plan’ pensó ella.
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Las 9 de la noche. Sandra se despertó y se fue directa a la ducha. Tenía bastante calor y estaba aún tan nerviosa, que quiso despejarse con agua un poco templada.
Cuando salió pudo notar el olor a pizza.
Se puso el pijama y fue al salón. Allí estaba su padre leyendo algo de un papel con cara de enfadado y su madre haciendo cosas en la cocina.
-¿Toca pizza?-le preguntó a su madre.
-Pues sí, aunque la compartirás con tu hermana. –dijo su madre fríamente.
-¿Viene a cenar hoy, Verónica?
-Sí.
Mientras que esperaba a su hermana para cenar con ella, llamó a Mery a ver como estaba. Notó su voz más alegre que antes.
-Mucho mejor, Sandra. Se lo conté a mi madre, dice que me llevará al médico. Mi padre me dijo lo mismo que Mario, un bajón de azúcar. Aunque mi madre sigue asustada.
-Seguro que es eso.
-Bueno… ¿y tú qué?
-Yo bien…
-¿Sabes de Berta e Iván?
-No.
-¡Tía! Estuvo antes por grupo de whatsApp contándolo.
-Dormí siesta. No cogí el móvil aún.
-Ya bueno… pues, Berta e Iván estaban tonteando, y no sé qué ha pasado que decidieron no seguir tonteando más.
-¿Qué? –preguntó Sandra sin comprender.
-Ya, es raro. Pero mejor.
Rio Mery.
-¡A CENAAAAAAAAAAAR, SANDRA! ESTÁ AQUÍ TU HERMANA –gritó su madre.
-Voy a cenar, ahora hablamos por whatsApp Mery.
-Vale, cari. Que aproveche.
-Gracias guapa.
Dejó el móvil. De repente vio una llamada perdida, era de Isaac.