Ahogó un grito. No daba crédito a las palabras que le había dicho Mery.
Su madre la oyó y se dirigió muy asustada hacia el salón.
-¿¡CHICAAAS? ¿QUÉ PASAAAAA?
Sandra no podía hablar, se quedó pasmada mirando a Mery. Al fin ésta contestó.
-Carmen…-comenzó a decir Mery- es Carolina… esta mañana tuvo un accidente de coche.
Carmen se asustó, se puso histérica y nerviosa.
-¿CON SUS PADRES? ¿CÓMO ESTÁN? ¿QUÉ LES PASÓ?
-Chocaron con otro coche. Iba con sus padres y su hermana pequeña. Al parecer ella y su hermana, aun estando en la parte de atrás se llevaron el golpe más fuerte.
-Mery-comenzó Sandra a decir- necesito verlas ¿En cuál hospital están?
-No sé si dejarán visitas. A mí me llamó su abuela. Están en Virgen del Rocío. Y vine corriendo a contártelo ya que no contestabas a los whatsApp.
-Mamá, necesito ir, por favor.
Su madre seguía nerviosa.
-Está bien. Tened cuidado.
Mery y Sandra salieron corriendo del piso. Cogieron un taxi, y les dejaron en la puerta del Hospital.
El hospital parecía un poco tranquilo. Vieron algunos familiares de Carolina.
-¡Chicas, chicas!- dijo una señora mayor sentada en una de las sillas con ojos entristecidos.
Era la abuela de Carolina. Estaba muy nerviosa.
-¿Cómo están?
-Ay, los médicos no bajan a decirme nada.
-Joder…-dijo Mery.
-¡Ah, míralo!
-Señora. ¿Es usted familiar de los Gutiérrez?
-Sí, si…-dijo la abuela de Carol, muy nerviosa- ¿Cómo están mis nietas y mi hijo?
-Su hijo y la mujer están bien. Las niñas están recuperándose, aunque le tuvimos que poner un tranquilizante.
-Doctor- dijo Sandra- se van a poner…
-Tranquila están fuera de peligro- y sonrió. Era un señor ya mayor, con gafas y algo de bigote. Pero se veía simpático y agradable.
-Gracias a dios –dijo la abuela.
Mery y Sandra suspiraron.
-Eso sí, hasta mañana no recibirán visitas-dijo el médico y se alejó.
-Pf..-resopló Mery.
-Es mejor que os vayáis, pequeñas, mañana por la mañana les diré que estuvisteis aquí –dijo la abuela con una sonrisa.
En ese momento, entraron Montse y Berta. Muy sudorientas, con la respiración alterada.
-¿COMOOOOO ESTÁN? –Dijo Berta, de inmediato cuando las vio.
-Bien, están fuera de peligro. –dijo Mery.
Montse y Berta suspiraron aliviadas.
-¿Podemos pasar? –preguntó Montse.
-No, hasta mañana no pueden recibir visitas…-dijo Sandra.
-Joder –lamentó Montse.
Salieron las 4 de aquel hospital, un poco más relajadas.
-Oye… ¿Te habló Martín? –preguntó de repente Berta.
Las 3 miraron hacia Sandra, que iba en el lado derecho con los brazos cruzados mirando al suelo.
-No, no se conectó. –dijo por fin.
-Ala ¿no te ha llamado? –preguntó Montse.
-No. No sé nada de él.
-A lo mejor tuvo problemas con el teléfono –dijo Berta.
-Pues se hubiera buscado otro, y la hubiera llamado ¿no crees? –dijo Mery, mirando a Berta.
-Bueno… a lo mejor... –empezó a decir Berta.
Mery miró a ésta. Berta captó la señal que le dio su amiga y se calló.
-La otra opción es que te está evitando –continuó Mery.
-¿Evitando? –preguntó Montse, extrañada.
-SÍ, Montse. Quizás solo quería jugar con ella, y liarse.
-No creo…
-Te lo digo yo, Montse.
- Pero Mery, no creo que de tan lejos, quiera liarse solo con ella. Para verse solo 1 vez al mes…
-Ay, Montse la gente está muy desesperada. Harían cualquier cosa.
De repente sonó el móvil de Berta.
-Oh, es… es Iván.
Sandra, Mery y Montse se miraron sin comprender.
-Esperad –dijo Berta, y se alejó unos metros de ellas.
-¿Si?
-¡Hola! ¿Qué tal?
-¿Para qué me llamas, Iván? –dijo Berta directamente.
Iván no contestó.
-Bueno…-comenzaba a decir, un poco deprimido de cómo le había hablado ésta- por si querías quedar…
-No puedo, Iván. –lo interrumpió- Carol tuvo un accidente y estaré con mis amigas.
-¿Un accidente? ¿Cómo está? –preguntó extrañado.
-Bien. Pero hasta mañana no podemos verlas. ¿Algo más?
-Esto… no. Lo siento, mañana nos vemos en el instituto. Adiós.
-Adiós. –y colgó ella.
-¿Nos vamos? –dijo Berta con una sonrisa a sus amigas.
-¿Qué quería? –preguntó Montse.
-Nada, quedar…
-¿En serio? –se extrañó Mery- ¿Estáis…
-¡NOOO! Claro que no, Mery… como vamos a estar… yo y él…
-Mira, mira cómo se ríe…-dijo Montse haciéndole cosquillas.
Todas reían, Sandra las miraba con una sonrisa. En ese momento pensó en Carol, si estuviera allí, le habría dicho ‘Que sonrisilla de tonta te salió’.
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