II
Tras aquel espantoso vuelo a través de los espacios estigios, recobré los
sentidos lentamente. El proceso fue infinitamente aterrador y coloreado por
fantásticos sueños en los que mi situación, atado y amordazado, cobraron
singular materialidad. La naturaleza precisa de tales sueños me resultaba muy
clara en tanto que los sufría, pero se borraron de mi memoria casi
inmediatamente después, quedando reducidas en poco a simples esbozos por los
terribles sucesos -reales o imaginarios- que siguieron. Soñé que me encontraba
preso de una garra enorme y horrible; una zarpa amarilla, peluda, de cuatro uñas,
que había brotado de la tierra para estrujarme y engullirme. Y cuando me detuve
a reflexionar sobre aquella zarpa, me pareció que se trataba de Egipto. En aquel
sueño repasé los eventos de semanas previas y me vi a mi mismo atraído y
enredado poco a poco, sutil e insidiosamente, por algún maligno espíritu infernal
procedente de la más antigua hechicería del Nilo; algún espíritu que moraba en
Egipto antes que el hombre y que seguirá allí cuando el hombre ya haya
desaparecido.
Vi el horror y la malsana antigüedad de Egipto, y la espantosa alianza
que siempre ha mantenido con las tumbas y los templos de la muerte. Vi
fantasmales procesiones de sacerdotes con cabezas de toros, halcones, gatos e
íbices; fantasmales procesiones marchando sin fin a través de laberintos
subterráneos y avenidas de titánicos propileos junto a los cuales el hombre es
como una mosca, ofreciendo indescriptibles sacrificios a dioses inconcebibles.
Colosos de piedra desfilaban en la noche sin fin y guiaban a rebaños de risueñas
androsfinges7 a lo largo de orillas de infinitos ríos de pez estancada. Y tras todo
ello vi la nefanda malignidad de la necromancia primigenia, negra y amorfa y
manoseando codiciosamente a mi espalda en la oscuridad, tratando de ahogar al
espíritu que había osado burlarse de ella emulándola. En mi adormecido cerebro
tomó forma un melodrama de siniestro odio y persecución, y vi el alma negra de
Egipto eligiéndome y reclamándome con inaudibles susurros, llamándome y
tentándome, atrayéndome con el encanto y el resplandor de la faz sarracena, pero
al tiempo empujándome constantemente hacia abajo, hacia las catacumbas de
enloquecedora antigüedad y los horrores de su corazón faraónico, muerto y
abismal.
Entonces los rostros del sueño tomaron forma y vi a mi guía Abdul Reis
con ropas de rey, con la despectiva sonrisa de la Esfinge en el rostro. Y
comprendí que tales facciones eran las de Kefrén el Grande, que edificó la
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LOVECRAFT: TODOS LOS RELATOS
HorrorLa idea es abarcar ABSOLUTAMENTE TODO el contenido que tenga que ver con Howard Phillips Lovecraft y su horror cósmico (también se incluyen sus primeros relatos y el Ciclo onírico) Actualizado: 27/01/2018 ESTADO ACTUAL: 102/102 [COMPLETO] 1897 - 19...