– Capitulo 1 –
Me veo obligado a hablar, pues los hombres de ciencia han rehusado seguir mi consejo sin saber por qué. Expondré, contra mis deseos, las razones por las que me opongo a ese proyecto de invadir las tierras antárticas en busca de fósiles y de horadar y fundir las antiguas capas de hielo. Y me resisto sobre todo a hablar porque sé que mis advertencias serán inútiles.
Es inevitable, dada su naturaleza, que alguien dude de la verdad de estos hechos; pero si suprimiese lo que puede parecer extravagante e increíble no quedaría nada. Las fotografías que poseo, tanto comunes como aéreas, declararán a mi favor, pues son muy nítidas y reveladoras. Se negará sin embargo su autenticidad a causa de la posibilidad de un truco. Los dibujos a tinta, naturalmente, serán considerados simples imposturas, a pesar de la rareza de una técnica que tiene que sorprender y asombrar a los expertos.
Deberé al fin remitirme al juicio de los pocos hombres de ciencia que tienen, por una parte, bastante independencia de criterio como para juzgar mi relato a la luz de sus propios méritos o en relación con ciertos primitivos y sorprendentes ciclos míticos, y, por otra, suficiente influencia como para disuadir, al mundo de los exploradores, de todo programa temerario, y por demás ambicioso, en la región de esas montañas alucinantes. Por desgracia, yo y mis compañeros somos hombres relativamente poco conocidos, pertenecientes a una universidad de menor importancia, y tenemos muy escasas posibilidades de que se nos preste atención en asuntos raros y discutibles.
Además, ninguno de nosotros es, en sentido estricto, especialista en lo más importante de estas cosas. En mi calidad de geólogo, mi objeto al organizar la expedición de la Universidad de Miskatonic fue sólo el de procurarme algunas muestras de rocas y suelos profundos de varias partes del territorio antártico, ayudado por la notable excavadora del profesor Frank H. Pabodie, de nuestro departamento de ingeniería. No tenía yo la ambición de convertirme en un pionero en otro campo que éste, pero esperaba que la utilización de un nuevo dispositivo mecánico en lugares ya explorados anteriormente sacase a la luz materiales no obtenidos hasta ahora con los métodos comunes.
La excavadora de Pabodie, conocida ya por el público a través de nuestros informes, única por su liviandad y fácil manejo, y que combinaba el principió de las excavadoras artesianas con el de las perforadoras circulares de rocas, podía penetrar fácilmente en estratos de la más variada dureza. Pistón y bielas de acero, motor de gasolina, torre de madera desmontable, parafernalia dinamitera, encordado, palas removedoras y una tubería seccional con barrenos de diez centímetros de ancho y capaces de llegar a trescientos metros de profundidad; tres trineos de siete perros bastaban para arrastrar esa carga y los demás accesorios. Esto era posible gracias a la hábil aleación de aluminio con que estaban fabricadas la mayoría de las piezas. Cinco grandes aeroplanos Dornier, especialmente diseñados para volar a las grandes alturas del techo antártico, y provistos de ciertos dispositivos para encender el combustible y mantener su temperatura, inventados por Pabodie, podían transportas nuestra expedición desde una base en la gran barrera de hielo a varios puntos del continente; luego, nos serviríamos de los trineos.
Era nuestro propósito recorrer una región tan grande como lo permitiese una estación antártica -o más si fuese absolutamente necesario-, operando sobre todo en las cadenas de montañas y la meseta al sur del mar de Ross; regiones ya exploradas diversamente por Shackleton, Amundsen, Scott y Byrd. Cambiando frecuentemente de campamento gracias a nuestros aeroplanos e instalándonos en lugares separados por distancias bastante grandes como para que tuviesen significación geológica, esperábamos extraer una cantidad realmente excepcional de material, especialmente de los estratos precámbricos de los que se conocen tan pocas muestras antárticas. Deseábamos también obtener la mayor variedad posible de rocas fosilíferas superiores, ya que la historia de la vida primitiva en esos reinos de hielo y muerte es de una gran importancia para nuestro conocimiento del pasado de la Tierra. Se sabe que el continente antártico fue en un tiempo templado y hasta tropical, con una abundante vida vegetal y animal de la que los líquenes, la fauna marina, los arácnidos y los pingüinos de la zona norte son los únicos supervivientes. Era nuestra esperanza ampliar esa información en variedad, precisión y detalle. Cuando la simple trepanación revelara signos de fósiles, aumentaríamos el diámetro de la abertura mediante el uso de la dinamita con el fin de obtener ejemplares de condición y tamaño apropiados.
ESTÁS LEYENDO
LOVECRAFT: TODOS LOS RELATOS
HorrorLa idea es abarcar ABSOLUTAMENTE TODO el contenido que tenga que ver con Howard Phillips Lovecraft y su horror cósmico (también se incluyen sus primeros relatos y el Ciclo onírico) Actualizado: 27/01/2018 ESTADO ACTUAL: 102/102 [COMPLETO] 1897 - 19...