– Capitulo 3 –
Ninguno de nosotros, creo, durmió muy continua o profundamente aquella noche. Nos lo impidió tanto la excitación provocada por el descubrimiento de Lake como la creciente furia del viento. Tan terrible era el huracán en nuestro sector que nos preguntamos con inquietud qué fuerza tendría en el campamento de Lake, situado al pie de las montañas. A las diez de la mañana McTighe trató de hablar con Lake, según habíamos acordado, pero las condiciones eléctricas de la atmósfera impidieron aparentemente la comunicación. Logramos sin embargo establecer contacto con el Arkham, y Douglas me dijo que él también había tratado vanamente de comunicarse con Lake. Nada sabía de la tormenta; en el estrecho de McMurdo había una relativa calma.
Escuchamos ansiosamente toda la mañana y multiplicamos nuestras llamadas; todo fue inútil. Alrededor del mediodía una borrasca venida del oeste nos hizo temer por la suerte de nuestro campamento, pero se desvaneció en seguida. A las dos de la tarde reapareció un momento, y a las tres, vuelta ya la calma, redoblamos nuestros esfuerzos para comunicarnos con Lake. Como éste disponía de cuatro aeroplanos, dotados de excelentes transmisores de onda corta, no podíamos imaginar que un simple accidente hubiese impedido el funcionamiento de todos los equipos. Sin embargo, aquel silencio de piedra continuaba allí e imaginábamos, alarmados de veras, la fuerza que ha-iría tenido el huracán al pie de las montañas.
A las seis de la tarde nuestros temores habían crecido todavía más, y luego de hablar unos instantes por radio con Douglas y Thorfinnssen resolví iniciar una investigación. El quinto aeroplano, que habíamos dejado en el estrecho de McMurdo con Sherman y dos marineros, estaba listo para partir y todo indicaba que ésta era la emergencia para la que había sido reservado. Me comuniqué con Sherman y le ordené que viniera en seguida a la base del sur con los dos marineros. Las condiciones del tiempo eran aparentemente favorables. Discutimos luego quiénes formarían la patrulla, y decidimos que iríamos todos, junto con el trineo y los perros que habían quedado en la base. Nuestro avión, construido para transportar pesados aparatos, podía llevar fácilmente esa carga. De cuando en cuando tratábamos de ponernos en contacto con Lake, pero sin resultado.
Sherman, con los marineros Larsen y Gunnarsson, levantó vuelo a las siete y media y llegó a nuestra base, luego de un viaje feliz, a medianoche. En seguida nos pusimos a discutir nuestro proyecto. Era bastante arriesgado volar sobre la Antártida en un solo avión y sin bases, pero nadie retrocedió ante lo que parecía ser una inevitable necesidad. A las dos de la mañana, después de comenzar a cargar el aeroplano, nos retiramos a descansar, y cuatro horas más tarde estábamos en pie otra vez para terminar nuestro trabajo.
A las 7.15 de la mañana levantamos vuelo hacia el oeste con McTighe como piloto y diez hombres, siete perros, un trineo, combustible, provisiones, y otros accesorios, incluso el aparato de radio. El aire estaba en calma y no muy frío, y pensamos que no tendríamos dificultades en llegar al sitio designado por Lake como base de su campamento. Pero temíamos lo que podríamos encontrar, o no encontrar, al fin de nuestro viaje. Nuestras repetidas llamadas no obtenían respuesta.
Todos los incidentes de aquel vuelo de cuatro horas y media están profundamente grabados en mi memoria a causa de la posición crucial que ocupa en mi vida. Ese viaje señala la pérdida de la paz y el equilibrio con que una mente normal considera la naturaleza y sus leyes. Todos nosotros -pero principalmente el estudiante Danforth y yo- íbamos a enfrentarnos a un mundo inmenso de acechantes horrores que nada podría ya borrar de nuestras mentes; y que nunca osaríamos compartir con la humanidad. Los periódicos han reproducido los mensajes que enviamos desde el aeroplano y que narraban nuestra lucha con dos traicioneras tormentas, el momento en que vislumbramos la superficie quebrada donde Lake había llevado a cabo una de sus investigaciones tres días antes, y el espectáculo de esos raros cilindros de nieve ya advertidos por Amundsen y Byrd y que ruedan con el viento a través de las interminables llanuras heladas. Pero llegó un momento en que nuestras sensaciones no pudieron ya ser transmitidas con palabras que la prensa pudiera entender, y otro en que tuvimos que aplicarnos una estricta censura.
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LOVECRAFT: TODOS LOS RELATOS
HorrorLa idea es abarcar ABSOLUTAMENTE TODO el contenido que tenga que ver con Howard Phillips Lovecraft y su horror cósmico (también se incluyen sus primeros relatos y el Ciclo onírico) Actualizado: 27/01/2018 ESTADO ACTUAL: 102/102 [COMPLETO] 1897 - 19...