Camino por un pasillo del instituto con un libro bajo el brazo.
Me siento algo parecido a un zombie. Por algún motivo, la abuela ha decidido despertar media hora antes y ha empezado a aporrear mi puerta para que la acompañe con el desayuno.
El asunto es que cuando no duermo bien, me pongo paranoico. Empiezo a ver a todo el mundo con desconfianza. Me fijo en cada una de las personas que cuchichean cuando paso.
¿Sabrán ellos lo que hice en mi otro instituto? ¿Qué sienten al tenerme cerca? ¿Cuánto demorarán en enterarse? ¿Me tendrán miedo?
Yo no puedo evitar sentir deprecio por aquellos que me maltratan. He tomado nota mental de cada uno de los tipos de la clase de deporte y del equipo de futbol. Steve la lidera.
Pero mis ensoñaciones desvariadas se alteran cuando siento un empujón de un brazo. Me meten al salón de música.
—Tenemos que hablar.
Es Steve.
Está solo.
¿Estoy soñando?
Lo miro como si estuviese asustado. O sorprendido. O ambas. Mierda.
¿Existe alguna manera de que sepa lo que he estado pensando hasta hace unos instantes?
—Mira, no tengo mucho tiempo. Sólo quería comentarte una cosa.
¿Y por qué no le comentas tu puñetera cosa a tu puñetero mejor amigo?
—Claro, dime—accedo.
—Verás... Sé que me he portado un poco mal contigo en estos días—de hecho, como un imbécil—. Y quería...disculparme por ello. Verás, tú y tus abuelos me acompañaron en un momento horroroso y no puedo evitar sentirme en deuda por ello.
—No, Steve. Tú no tienes deuda por nada. Sólo fue un acto desinteresado de mi parte. Esa noche justo pasaba por tu casa.
—Lo hiciste y yo no puedo dejar de comportarme como un idiota. Ayer... En ese semáforo... Miranda me hacía sentir un poco presionado, sabes que tus amigas no son de la talla de ella... Quise decir que no se llevan bien. O no se llevan simplemente. No les saludé porque no quiero tener problemas. ¿Se entiende?
Lo miro y parpadeo varias veces.
No, Steve. No te entiendo.
—Todo esto es—murmuro— porque no te animas a saludarme ni a hablarme en público ya que es vergonzoso para ti.
Escuchar mi deducción en voz alta es aún más cruel que si me lo hubiese dicho cualquier otra persona o distinto al hecho de que lo he venido pensando durante todo este tiempo.
—No es eso... Mierda, lo siento, ¿okay? Siento mucho que sea así.
—¿No es eso pero es así? No te preocupes, Steve.
Me doy la vuelta e intento tomar la manija de la puerta, pero él me sostiene del otro brazo y mi corazón se desboca.
—Aguarda—insiste—. Sólo necesito compensar mi comportamiento de mierda. Tienes que ayudarme.
Y el corazón me viene a los pies.
C Uno: porque me suelta y me gusta sentir su tacto.
C Dos: porque si me ha traído hasta acá, se debe a que necesita mi ayuda.
Primero fue Fray, ahora él. Si la gente se acerca a mí es para que le conceda algún favor; definitivamente tendría que ser beatificado o algo por el estilo.
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Los Colores de Jimmy
Teen FictionSólo hay dos clases de personas en el mundo: ☝Las que deben salir del armario. ✌Las que no. Y no encajo en ninguna de ellas.