T R E I N T A Y O C H O

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Despierto sobresaltado y el sudor me moja el rostro. Tengo las mejillas encendidas y el corazón latiéndome tras las sienes. Sigo en mi cuarto. No hay humo. No hay fuego. No hay Eric ni tampoco Francis.

¿Cuándo podré vivir mi vida con la plenitud que deseo? ¿Cuándo tendré la familia tranquila que necesito? ¿Cuál es el motivo de que mis sueños sean TAN perturbadores? ¿Por qué el destino fue tan cruel conmigo? Debo haber sido una terrible persona en alguna otra vida.

Me paso pensando durante horas qué será lo que hablaré con Britt. Si ella sabe lo mío no será necesario que acuda a lo de Francis, aunque para entonces, toda la institución estará al tanto de mi pasado horrible y sólo me interesa que una persona no lo sepa: Steve.

Nunca hubiere elegido que las cosas tomasen este rumbo, en cambio ahora definitivamente tendré que hablar con él también.

Es extraño: siento que me duele existir.

—P...por favor, Jimmy—me pide Britt con la voz temblándole. Está a punto de quebrarse—. Ya deja de llorar y... y dime qué te sucede. Eso tan importante que necesitabas conversar conmigo.

Pero no puedo. Las lágrimas fluyen por sí solas.

Es el atardecer y estamos en el parque donde Steve me citó tiempo atrás. He tenido el descaro de traerla a este sitio; es que no me siento cómodo con ningún otro lugar para contarle lo que tengo atorado.

—Es muy... difícil—digo sin parar de llorar—. No podría darte razones. Sólo sucedió y ya.

—Te ruego que seas más claro—dice ella y agradezco que nadie ronde cerca, sino me apenaría aún más que nos vean—. Anda, respira profundo y di cuanto puedas—me recomienda mientras toma mis manos.

Me siento un poco invadido por su contacto pero de inmediato se vuelve reconfortante ese calor y noto que también ella está temblando. Yo estoy que no soporto más las sacudidas del cuerpo y el estremecimiento. Esto parece cualquier película de terror, y se pondrá peor en cuanto le haya terminado de contar toda la verdad.

Sigo su consejo. Sigo el consejo de Shain. Intento atraer todas sus palabras donde me indica justamente cómo deben ser las cosas, aunque en este momento ninguna viene en mi auxilio.

Respiro profundo, busco cordura, cautela y trago saliva para tratar de soltar ese horrible nudo en mi garganta. Anda, tranquilízate y deja que fluya.

Además se termina el tiempo. Francis espera.

—Britt... ¿alguna vez te conté el motivo por el que me tuve que venir a este instituto?

Ella duda un poco y finalmente me contesta con una negativa. Siempre he evadido el tema o mentido para zafarme de la situación embarazosa. Necesito tranquilidad en mi vida.

Prosigue Jimmy, prosigue.

—Yo...yo... ¿Britt alguna vez te pasó que estuviste con un chico que no prefería las...mujeres?

—¿Un varón al que le gusten los varones?—me pregunta y me sorprende que ante su tacto, no me suelte las manos ni tampoco se ponga tensa. Parece no suponer lo que estoy por contarle, o bien es propio de ella el no inmutarse, o no evidenciarlo.

—Ajá, eso.

—No, nunca me pasó. ¿A ti te gusta una chica a la que le gustan las chicas? Santo cielo, Jimmy, estás en una situación complicada—me dice pero me interpongo soltándole las manos y poder detenerla antes de que saque conclusiones equivocadas. ¿Por qué debe ser TAN LITERAL?

—En absoluto Britt, no me gusta ninguna chica.

—¿Ah, no? ¿Entonces?

—Se trata de un...chico.

Los Colores de JimmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora