La mochila está repleta.
¿Qué pensaría si de repente aparezco en su casa con una valija porque la cantidad de cosas que quiero llevarle y mostrarle no alcanzan en un simple objeto que en lo cotidiano cumple la función de llevar y traer cuadernos?
Me aterra la idea de que pueda asumir que tengo la indecisión y contrariedad de cualquier muchacha histérica o demasiado empedernida en querer aparentar una perfección totalmente material. Tampoco quiero que piense que soy un marica cual debe llevar encima todo tipo de elementos antes de salir a la calle.
Tengo que sacar cuanto antes lo que menos sirva de este manojo de cosas para un fin de semana.
Bueno, solo será la noche del sábado ya que el domingo volveré a lo de mis abuelos: al menos este es el modo por el cual están planeadas las cosas. Otro punto importante es que si la madre de Steve debe regresar antes y yo me encuentro en su casa es porque soy un tierno amigo de su hijo que se quedó ese fin de semana para jugar en la play station o con los cascos de realidad virtual.
Estamos a viernes por la noche y será el sábado antes de la hora de la cena cuando hemos convenido que iré.
Lo cual significa que Steve me ha invitado a cenar.
Pienso en esto y me arrojo de espaldas a la cama pensando cuán importante es para mí lo mucho que significa, pues jamás nadie había sido tan bueno y comprensivo y, y...
Abrazo esa mochila que no cierra e inspiro hondo.
Me quedo mirando el techo con una sonrisa en mi rostro que poco a poco comienza a borrarse debido a que un fugaz pensamiento acaba de pasarse por mi cabeza.
Y se planta.
Es... El futuro.
No quiero una relación basada en estar con alguien a las escondidas, en una enfermiza búsqueda de pretender encontrar el lugar donde pueda tomarle de la mano o el jodido instante en que no haya nadie cerca que pueda escucharme hablarle con cariño.
Tampoco puedo pretender gritarlo a los cuatro vientos por...por el bien de ambos. Su reputación es importante, mientras que yo sólo quiero sobrevivir. Lo último que necesito es que reaparezca Francis para matarme (esta vez en serio) echándome la culpa de haber "vuelto marica" a su mejor amigo. Al menos, quien alguna vez puede calificarse que lo fue.
NO QUIERO TENER QUE ESCONDERME.
Y cuando pienso en esto siento mis ojos húmedos y las mejillas calientes. Demonios, es tan utópico pensar en eso, que lucho contra mí mismo para eliminar tal pensamiento equivalente a basura.
A veces me siento muy solo, no me basta con únicamente yo saber y comprender lo que me sucede, si hay alguien a quien quiero, no debería ser juzgado por los demás, ¡no estamos haciendo nada malo! No es un daño a nadie tomarle la mano, sonreírle y despedirle con un beso a la salida de la escuela como cualquier otra pareja lo hace.
Por más libertad y leyes que puedan aprobarse, sigue siendo un lugar horrible donde crecer.
Mi pecho se llena de opresión; estos pensamientos han llegado por algo... no lo sé... algo.
Estos presentimientos negativos no tienen ninguna gracia ni son por azar. Presiono la mandíbula pensando en que no debería juzgar tanto mi destino e intentar disfrutar de algo tan pequeño pero significativo que se me ha presentado tal como es el hecho de que la persona que tanto me gusta, me esté mostrando su afecto.
A pesar de que también se lo muestra a Miranda.
A pesar de que la gente no lo sabe.
A pesar de que nuestras familias nos odiarían si se enterasen.
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Los Colores de Jimmy
Teen FictionSólo hay dos clases de personas en el mundo: ☝Las que deben salir del armario. ✌Las que no. Y no encajo en ninguna de ellas.