Luz de luna

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Mis ojos se entreabrieron un poco, una extraña sensación me invadió de repente, me encontré a mí mismo mirando aquella obscura y solitaria habitación, solo.
Un Suspiro escapó de entre mis labios, sintiendo el calor rozar la punta de mis narices conforme me hacía ovillo entre las cobijas.

-Nananarana.... Turururu.

Tararé en silencio mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas cálidas, nublándome la visión mientras recordaba los almuerzos llenos de verduras de mamá, esas verduras que tanto odiaba pero que acababa comiendo forzosamente ante aquella ruda mirada llena de autoridad, mirada a la que tanto le temía, mirada que durante los últimos meses se apagó totalmente, concentrada en una copa de vino e inundada en lágrimas.

-Tal vez sea cierto, quizá deba buscar en el lago.

Sentí como la voz se me quebraba en la última palabra, haciéndome sorber mi nariz contra la manga de pijama que llevaba puesta. Una extraña sensación de frío pero confortante me invadió repentinamente, y entonces lo vi, sentado al pie de mi cama, con esos ojos tristes y esa pálida piel.

-Jungkook.

Murmuré conforme le miraba, pude mirar como su mano se posaba en mi hombro, acariciando este con levedad, conforme una suave y pequeña sonrisa se formaba en mis labios, pude sentir que esta vez no venía a decirme nada, ni a dejarme alguna clase de mensaje o algo por el estilo, venía a consolarme.

-Estoy solo, ¿cierto?

-Yeol.

Escuché Justo desde la ventana, rápidamente me incorporé y le miré fijamente, su semblante era tranquilo, la suavidad en su voz era casi palpable, sus ropas eran distintas y su cabello estaba peinado, no supe cómo reaccionar exactamente, no sabía si Myungsoo tenía intención de herirme, trague suavemente y rápidamente limpie mis lágrimas antes de levantarme disparado hasta sus brazos, rodeando su frío y fuerte cuerpo con mis brazos.

-S-Sungyeol.

-Shhh... Gracias, por defenderme.

Noté la rigidez en su cuerpo al momento que le abrace, aún me sentía dudoso de si estaba haciendo lo correcto, pero algo me decía que él no era malo, que al contrario, intentaba cuidarme y yo, yo me sentía seguro con él.

-Sungkyu quiere cazar a tu hermano, cree que fue él quien asesinó a Woohyun.

Murmuré mientras miraba al ajeno, notando como sus ojos parecían confundidos, quizá él aún no lo comprendía.

-Recuerda que alguien le desgarró la garganta a Woohyun, yo no sé si fue tu hermano pero Sungkyu no descansara hasta descubrirlo.

Pero Myungsoo parecía perderse cada vez más cuando hablaba, llevó su diestra lentamente a mi mejilla y palpó esta con suavidad sin dejar de mirarme.

-Has estado llorando, tus ojos están rojos y tú piel irritada.

Asentí lentamente, bajando la mirada mientras intentaba sonreír.

-Estaba pensando en mi madre, en que quizá si deba ir a buscar al lago.

Murmuré de forma casi inaudible, sintiendo como las palabras se atoraban en mi garganta, haciéndome derramar lágrimas una vez más.

-Lo siento... es solo que, me siento tan solo, Sungkyu ha cambiado.

Myungsoo limpió mis lágrimas y me tomó del mentón para hacerme mirar sus profundos e inexpresivos ojos negros, los cuales me miraban fijamente, recorriendo cada parte de mi rostro mientras un suspiro escapaba de sus rojos labios.

-¿Que me has hecho?, Sungyeol.

No comprendí que es lo que trataba de decir exactamente, pero una extraña sensación invadió mi estómago al sentir como sus labios rozaban mi mejilla con suavidad en un toque Tan armonioso, que apenas sentía su respiración, mis ojos se cerraron conforme sus labios descendían poco a poco hasta mi cuello.

-Sé que fuiste tú... Antes, ahora lo sé.

Myungsoo pareció detener su recorrido mientras alejaba su rostro de mí, retrocediendo un par de pasos antes de acercarse a la ventana-la cual se encontraba abierta- subió en esta con la intención de marcharse, yo pude sentir como la desesperación comenzaba a invadirme, remplazando las mariposas y cosquilleos por una terrible ansiedad.

-N-no... no te vayas.

Susurré casi al punto de las lágrimas una vez más, observando como su cuerpo rotaba con agilidad sobre el marco de la ventana, mirándome fijamente con una pierna aún en la habitación y la otra sobre la ventana.

-No tú por favor... No me dejes tú también.

Murmuré mientras observaba su pecho subir y bajar trabajosamente, su piel blanca y reluciente a la luz de la luna Justo en ese punto, se veía tan lozano, tan atractivo, tan elegante, todo Tan propio de ese atractivo natural que poseía y me embriagaba tanto. Acaricié mi cuello con mi mano derecha, prestando especial atención en rozar de forma seductora la zona que sabía había mordido antes, pude observar como el color comenzaba a hacerse más notorio en su cuello.

-¿T-tienes sed?

Cuestione tembloroso, caminando lentamente hasta donde se encontraba, notando como aferraba sus dedos con fuerza al marco, como si tratara de contenerse.

-De ti bastante, he estado resistiéndome tanto desde aquella noche.

Y pude escuchar la necesidad en su ronca voz, una sonrisa se dibujó en mis labios mientras acortaba la distancia entre ambos, me di la vuelta y me senté sobre el marco, en em espacio que había entre sus piernas de espaldas a su cuerpo, recargue mi peso contra él y cerré los ojos mientras estiraba mi mano derecha hasta su frío rostro, acariciando este conforme le hacía acercarse.

-Tómame.

-¿Estás consiente de lo qué haces?, si lo hago jamás podrás negarte ya, serás mi fuente de alimento, hasta que ya no quede nada de ti, me pertenecerás por completo.

Sus palabras eran frías y duras, podía sentir la posesión en ellas, pero me negaba a creer que yo solo pudiese significar un trozo de carne o algo desechable, yo sentía muy dentro de mí que había algo distinto, podía sentir el calor entre aquellos fríos brazos, podía sentir la calma y la felicidad, el cariño, yo sentía que había algo de mí que podría ofrecer además de mí sangre, y aunque quizá no fuese así, yo prefería aferrarme a esa idea hasta el último momento.
Negué con suavidad, dejando salir más lágrimas, pequeñas y cálidas lágrimas que se mezclaban con mi tonta y absurda sonrisa.

-No, tú me pertenecerás a mí más que yo a ti, ya lo verás.

Sus labios recorrieron mi piel una vez más, dejando un suave beso en esta antes de aferrar su diestra a mi hombro y su zurda a mi cintura, un sonido agudo escapó de su garganta y entonces hundió sus dientes en mi carne, haciéndome sobresaltar por la presión, poco a poco el ardor se fue disipando, invadido por una extraña pero placentera sensación, mi piel se erizaba por completo, podía sentir la presión acumularse en esa zona, podía sentir el gozo en el cuerpo ajeno y eso de cierto modo me provocó alegría y comodidad.

-Me gusta que te guste.

Murmuré mientras desviaba mis ojos hacia la luna, la única que nos observaba en ese momento.

Neblina. (Myungyeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora