El libro de la familia Nam

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Después de haber revisado todos y cada uno de mis libros finalmente logré dar con lo que necesitaba, no era estupido, sabía que no podía contarlo a nadie sin pruebas, por lo que sabiendo de la indisposición de Kim Myungsoo en aquellos momentos, procedí a seguirle de su casa hasta el lugar al que podría ir a buscar un sustituto para el camafeo.

Fui hasta su casa, esperé paciente a que la tarde cayese y le observé, salió de la mansión un momento y caminó hacia la parte trasera, la parte que daba hacia el bosque, revisé una última vez mi mochila y decidido emprendí marcha hasta donde iba.

-Relájate Nam Woohyun, no ocurrirá nada malo.

Y con ese pensamiento proseguí mi caminar hasta llegar a la espesura de los árboles, una de las cosas que más odiaba de esta colina era la niebla, sabía que era densa en esta zona, pero jamás creí que tanto, las hojas secas crujían bajo mis pies, el aire masacraba las copas de los árboles y ciertamente, el frío comenzaba a helarme los huesos, observé hacia la casa del profesor Kim y note al borde del suelo un par de ventanas rotas, seguramente darían al sótano.

-Dudo que vengas hasta acá a preguntarme algo sobre historia.

Murmuró de forma fría detrás de mí, me giré rápidamente y le observé sentado sobre un pequeño bebedero para aves, su pierna derecha sobre la izquierda, su semblante tan elegante y aquella maldita sonrisa que en más de una ocasión me había causado temor; verle sentado en ese lugar, entre los árboles y la niebla con esa sonrisa Tan bizarra me heló la sangre, y entonces comprendí, que había estado esperándome.

-Sabías que vendría.

-Te vi llegar.

-Que buen ojo tienes.

Myungsoo Rió escandalosamente y aplaudió frenéticamente antes de saltar de su lugar y caer en pie, caminando hacia mí lentamente, los árboles se movían con violencia, un par de cuervos volaron entre los árboles hasta posarse en el bebedero tras de él, y yo solo pude observar temeroso aquella siniestra imagen.

-Tengo los mejores ojos que puedan existir sobre esta tierra, incluso a esta distancia, soy capaz de observar.

Aspiró profundamente mientras cerraba sus ojos.

-Y oler.-Me señaló.-Tu miedo.

Tragué duro conforme retrocedía lentamente, comprendiendo Justo en ese instante, que sería en balde tratar de huir.

-Vine a preguntar cosas de tu historia.

-Sabía que alguien de tu familia vendría algún día, jamás creí que tú, pero te lo agradezco, has traído hasta mi morada el último registro de mi existencia, y ahora, me pertenece.

Abrí mis ojos sorprendido, todo este tiempo leyendo, investigando, escribiendo, y todo, para esto.

-No sabías dónde estaba.

Agitó sus manos de forma triunfante y asintió, observé el brillante anillo color blanco en su dedo y tragué duro, había llegado tarde.

-Lo has encontrado para mí, ese libro es mío, prometo dejar tu exánime cuerpo a la vista de tu familia para que les sea fácil encontrarte.

-Dios mío.

-Dios no Nam.

Murmuró impío conforme se acercaba a mí, cerré los ojos, y rogué al cielo por que Sungyeol no cayera en su trampa.

-Eres un monstruo.

-Lo soy.

-Lo sé todo, te descubrirán.

-No si estas muerto.

Neblina. (Myungyeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora